P. DÍEZ MERINO, IRENEO

DATOS PERSONALES. Nació en Santervás de la Vega (Palencia) en  1905. Movido por una predicación del P. Salvador Medina ingresó en Segovia a los 11 años.  Profesó en Salvatierra  en 1923. Después de cursar en Beire y Santo Domingo los estudios eclesiásticos, tras una experiencia como   profesor en Valmaseda, se ordenó en Santo Domingo en 1932. Desde  año 1933 al 35 es Coadjutor del Maestro de Novicios en Salvatierra. Marcha a Bilbao en 1935. En 1943 requerido por el P. Nicolás García va a Madrid como su  Secretario. En 1946 es nombrado Consultor Provincial de Castilla y Secretario. En Roma de 1949 al 67 Secretario General. Y del 67 al 73 Ecónomo General. Del 74 al 83 Archivero general. Falleció en Roma a los 77 años de edad y 51 de sacerdocio.

SU INFLUENCIA. Dada la dificultad que siempre tuvo en su habla no pudo ser un gran predicador y misionero, pero tuvo el don de la palabra escrita que la ejercitó como secretario exacto y fiel, profundo conocedor de la Congregación que reflejaba  en sus crónicas, incondicional en la fidelidad al Superior General a quien acompañó en múltiples viajes por todo el mundo. Como Ecónomo General curó y restituyó la economía general  que se hallaba con poca salud y deudas a un estado satisfactorio. Potenció la Pía Unión Mariana de Sufragios. Estructuró los Annales de la Congregación. En ausencia de los miembros del Gobierno general los suplió como Delegado ad casum  más de una vez. La Sda. Congregación para la Institución Católica le nombró Miembro de la Comisión Administrativa del Colegio Español en Roma desde 1972.

 SUS VIRTUDES.  Destacaban en él la paciencia y la humildad para sobrellevar la cruz de su dificultad para hablar. De inteligencia superior y alta cultura, los superiores no vieron en ello un obstáculo para la ordenación, pero él tuvo grandes batallas previamente a la profesión y la ordenación, que la retrasó algún tiempo por este motivo. Demostró siempre un profundo amor a su vocación claretiana. Amante del arte y de la historia  que cultivaba con la lectura y el estudio gozaba acompañando a sus hermanos de Congregación y aun a seglares en las visitas a la Ciudad Eterna, que amaba ya como romano. Disfrutaba con la fraternidad comunitaria sobre todo en los días de asueto en contacto con la naturaleza. Fomentaba amistades muy profundas y a pesar de su dificultad para hablar era  ameno en comunicar su experiencia tan amplia y su amor a la Congregación que la conocía como muy pocos por las visitas por todo el mundo con el P. General y por su cargo de Secretario General y a la que amaba apasionadamente, alegrándose con sus éxitos y doliéndose con sus adversidades. Reservado y fiel en los secretos de su cargo. Austero en la pobreza. Con una piedad sencilla y no llamativa, con profundo amor al Corazón de María.  Su sacerdocio lo ejercitó sobre todo en las capellanías que siempre tuvo tanto en Bilbao como en Roma, y en el confesionario. Al final de su vida sufrió una noche oscura de prueba cuando ya no ejercía cargos, creyéndose relegado  y alguna turbación de espíritu ante los cambios posconciliares que le parecían llevados demasiado lejos por algunos. Su humildad y obediencia a los superiores fueron su mayor apoyo en estas ocasiones.

                                                                                                              (Necrolog.  Anales, v.56, p.239 y sgtes)