Marty Kirk

MARTY KIRK

Ted Cirone, cmf.

Introducción

Cuando se corrió la voz de que yo estaba escribiendo una breve biografía de Marty Kirk, comencé a recibir mensajes como éste de Sharon Rice, amiga de Marty de toda la vida, desde St. Louis: “Me he encontrado muy poca gente en mi vida de la que pudiera yo decir esto, pero el P. Marty Kirk era un hombre auténticamente santo, bendecido y dotado con una mente aguda y con la alegría de ser un signo seguro de la presencia del Señor”.

Otra vieja amiga, también de St. Louis, Katie O´Connor Doyle, escribió: “Una cosa sé con certeza: que Marty no habría soportado cualquier homenaje excesivo o leyendas que lo convirtieran en un santo ambulante. Lo cierto es que Marty podía escuchar y oír lo que había en tu mente y en tu corazón. De alguna manera era capaz de responder a cada persona y hacerles sentir que eran muy especiales y muy fortalecidas”.

No tengo intención de poner una corona de santo en la cabeza de Marty. Pero lo que Marty siempre me mostró fue cómo vivir una vida y misión claretianas auténticas, siendo al mismo tiempo verdaderamente humano, realmente vivo. Marty vivió una vida claretiana alegre, positiva y llena de esperanza. Era capaz de gozar la cosas sencillas de la vida, además de un café expreso o un cocktail Perfect Rob Roy, de vez en cuando. La gozaba participando en deportes. Podía ser pícaro y gastar bromas. La gozaba también mezclándose con la gente y trabajando con ella. Sacaba tiempo para escuchar, y para ser amable, compasivo y servicial. Era abierto a nuevas tendencias y estaba dispuesto a arriesgar. Todo esto mientras trabajaba arduamente en los Capítulos claretianos, tanto Generales como Provinciales, dictando conferencias y dirigiendo retiros sobre la renovación exigida por el Concilio Vaticano II, y trabajando junto con mujeres y hombres, tanto consagrados como laicos, para ayudar a construir comunidades de servicio y amor.

Los Archivos Claretianos de Estados Unidos en Chicago tienen al menos seis grandes cajas llenas de notas y apuntes preparados por Marty para sus clases, retiros y talleres, y para su tesis.

Estos documentos son inapreciables para quienquiera que busque un conocimiento más profundo de la teología y espiritualidad de Marty. Aquí nos interesa más bien su vida y sus actividades apostólicas, como un ejemplo de misión y carisma claretianos vividos en el contexto de los Estados Unidos de América.

En su vida Marty siguió muchos de los principios que desde entonces han llegado a ser muy importantes en los documentos claretianos, tales como “valerse de todos los medios para proclamar la Buena Nueva de Salvación”, “opción por los pobres” y, de manera especial, “misión compartida”.

  1. Infancia

Martín José Kirk nació el 6 de diciembre de 1938 en el Sector Sur de Chicago. Sus padres, Catherine Feeley y Charles Kirk. “Marty” fue el tercero de cinco hijos (Jeanne, Charles Jr., Marty, Ann y Elaine).

Era un niño chiquito y delgado, pelirrojo a lo camión de bomberos, y pecoso. Según sus hermanos, era sociable, de amplia sonrisa, parecía interesado en todo, pero no necesitaba muchas cosas para ser feliz. Todos sus hermanos estaban de acuerdo en que él era el chaval más simpático.

Marty tenía casi seis años cuando murió su madre. Su abuela materna, inmigrante de Irlanda, inmediatamente se hizo cargo de los niños. La llamaban “Ma”. Los miembros de la familia la describían como muy religiosa, amable, tranquila, imperturbable, jamás enojada, y decían que nunca vio nada malo en ninguno. Marty la quería mucho, y ella jugó una parte importante en su vida. Algunos dicen que Marty heredó de ella su visión de la vida y sus rasgos característicos.

Marty estudió en la escuela de San Justino Mártir. Su vecindario, mayormente católico irlandés, con familias muy numerosas, ofrecía un entorno seguro en el que podía jugar a baloncesto, patinaje y montar en bicicleta entre amigos.

Una mañana Marty no se pudo levantar de la cama. Sus tobillos estaban hinchados y le dolían. El médico de familia inmediatamente diagnosticó fiebre reumática. Esto le causaría a Marty varios años de dolor y de decepción, y su efecto negativo se prolongaría de algún modo durante toda su vida. A la vuelta del hospital se le ordenó que abandonara todas las actividades deportivas y cosas como correr o montar en bicicleta. Tendría también que hacer siesta cada día.

Después de aguantar una larga lista de espera, fue admitido en el Hospital de Niños “La Rábida”, especializado en el tratamiento de fiebre reumática. A orillas del Lago Michigan, el hospital trataba la enfermedad y ofrecía enseñanza; esto permitió a Marty no perder un año de escuela, mientras se sometía a tratamiento.

Como resultado de la fiebre reumática Marty pasaría toda su vida con una válvula del corazón perforada. Tuvo excelente asistencia médica, y ya que era un buen paciente, los doctores seguían posponiendo el someterlo a una operación quirúrgica. Le mantendrían sano por medios normales, en lo posible. Tuvo que tomar penicilina toda su vida.

Cuando, al cabo de un año aproximadamente, Marty regresó a su hogar, todavía tuvo que seguir estrictamente las mismas restricciones. Pasaría el tiempo después de las clases sentado en el bordillo de la acera de la calle, anotando los tantos de un juego de béisbol callejero, haciendo la siesta, y volviendo de nuevo. Empleaba el tiempo poniéndose al día en sus estudios, aprendiendo por sí mismo a tocar la armónica y el ukulele y aprendiendo algunas manualidades, como elaborar cinturones. Nunca se quejó. Su hermana Ann recordaba: “Tenía mucho sentido común”.

 Hacia el final de sus días de primaria, el padre de Marty se volvió a casar, y los hijos se mudaron con él a su nueva casa en Franklin Park. Marty graduó allí, en el Colegio Santa Gertrudis.

Jeanne, su hermana mayor, recuerda que Marty siempre dijo que quería ser sacerdote. Cuando un misionero claretiano, promotor de vocaciones, fue a la casa de Kirk para hablar con Charlie, hermano de Marty, fue en cambio el mismo Marty quien fichó.

La familia recuerda a Marty feliz siempre de ser claretiano.

  1. Con los Misioneros Claretianos

El 20 de agosto del año 1952, con catorce años, Marty entró en el Seminario Menor “San Judas”, en Momence, Illinois. Formaba parte de un grupo robusto de treinta y seis jóvenes, el curso más numeroso de nuevos candidatos hasta aquella fecha. (Más tarde en su vida Marty expresaba su decepción por ser él el único de su curso que todavía permanecía con los claretianos).

Se sentía estupendamente en el ambiente rural de Momence, y al final del curso logró ser un respetable 5’6’’. También comenzó de nuevo a hacer deporte.

Después de su graduación, con la clase de 1956, Marty entró al Noviciado en Terre Haute, Indiana, que culminó con su primera profesión de votos como misionero claretiano, el 16 de julio de 1957.

Comenzó sus estudios universitarios de filosofía en la casa claretiana de formación en Perú, Illinois. Al año siguiente ese programa de estudios se trasladó a Claretville, en Calabasas, California. Allí Marty emitió su profesión perpetua el 22 de agosto de 1960, y se graduó en Junio de 1961.

Como la mayoría de los seminarios en el mundo, en aquel tiempo, los centros de formación en los que Marty estudió se ubicaban en ambiente rural aislado. La única relación que tenía el seminarista era con sus propios compañeros y con una relativamente pequeña facultad de profesores. Dominaba en los seminarios una estricta disciplina, y la comunicación con el mundo exterior era limitada; en la práctica estaba totalmente prohibido el acceso al teléfono, la prensa, la radio y la TV.

  1. Roma

Un nuevo mundo se abría a Marty cuando junto con unos pocos compañeros fue destinado a comenzar sus estudios teológicos en el Claretianum, el teologado claretiano internacional en Roma, afiliado a la Universidad del Laterano. Allí Marty se juntó a un número más amplio de sus hermanos claretianos procedentes de muchas partes del mundo, y recibió clases de los que eran considerados como la élite de profesores claretianos.

Era de esperar que los estudiantes del Claretianum llegaran a familiarizarse con los lugares históricos y religiosos de Roma. Además, éste era un tiempo muy especial para vivir en Roma, en la víspera del Concilio Vaticano II (1962-1965). Marty estuvo presente en muchos grandes momentos, como la emotiva manifestación nocturna del pueblo de Roma cuando se abrió el Concilio. Marty estaba en la Plaza de San Pedro cuando murió el papa Juan XXIII. Allí estaba él también para ver el humo blanco cuando fue elegido Pablo VI.

Durante el Concilio, Marty y un compañero suyo estudiante fueron bastante atrevidos para aprovechar oportunidades como las conferencias informativas de prensa diarias de los Obispos americanos. Los dos negociaban su entrada con un pase de prensa de la revista claretiana “U.S. Catholic”. Este contacto diario con los trabajos y debates al interior del Concilio proporcionó a Marty un profundo conocimiento del mismo Concilio, y luego durante toda su vida se guiaría por sus enseñanzas, en sus propios pensamientos y acciones.

Otro buen presagio de futuro fue una iniciativa de Marty y sus compañeros claretianos americanos de formar un “Club Homilético” para angloparlantes en Roma. Este grupo comprendía a los agustinos, los estudiantes del Colegio Filipino y otros.

Marty se ordenó de diácono el 12 de mayo de 1965. En junio recibió el grado de Bachiller en Sagrada Teología de la Universidad Lateranense.

Con su condiscípulo Ray Szempruch, Marty fue entonces destinado a Segovia, España, para dictar allí cursos de verano de inglés para los seminaristas claretianos de nivel universitario. Emprendieron el largo viaje en tren hasta llegar a Segovia, pasando por Lourdes y Bilbao, después Madrid, y finalmente Segovia. Disfrutaron esta tarea veraniega. Tuvieron libertad para vagar por Segovia. Marty se convirtió en un apreciado maestro de muchos claretianos, que mucho más tarde serían sus compañeros en futuros Capítulos Generales y en otras reuniones internacionales. Ray recordaba: “Con su talante extrovertido, con lazos y red fuertes, no era fácil olvidar al tranquilo pelirrojo de Chicago”.

 

 

  1. Ordenación Sacerdotal

Pero aparecía una sombra en el idílico marco de Segovia. Marty y Ray se enteraron de que el plan de estudios del Claretianum había cambiado; se les exigiría estudiar un quinto año de teología, y se ordenarían como sacerdotes algún día durante ese quinto año.

Después de cruce de correspondencia entre el Superior General y el Provincial de la Provincia del Este de EE.UU, éste último informó a Marty y a Ray que no habrían de regresar a Roma, sino partir directamente para Chicago. Al llegar allá no tenían idea ni de cuándo se ordenarían ni de cómo continuarían sus estudios.

Ese mismo septiembre, Marty y Ray fueron destinados a la Casa Claretiana de Estudios en Washington, D.C. Marty optó por matricularse en el programa de licenciatura en teología. Recibiría su diploma de Licenciado en Sagrada Teología por la Universidad Católica en junio del año siguiente.

Se ordenó, por fin, como sacerdote en Chicago, en la capilla del Quigley Seminary, el 18 de diciembre de 1965.

  1. St. Louis

Marty estaba ahora listo ya para su primer destino. Para su sorpresa, le nombraron prefecto de formación de la nueva comunidad formativa claretiana a nivel universitario, que habría de comenzar aquel mismo septiembre en la Universidad de San Luis en Missouri, regida por los Jesuitas.

Como consecuencia de un importante documento vaticano y siguiendo los escritos de expertos americanos en el campo de la formación sacerdotal, la Provincia Claretiana del Este de los EE.UU. se convenció de que había que intentar ofrecer a los seminaristas una oportunidad educacional –profesores cualificados, biblioteca y laboratorios, etc.- que fuera al menos igual a la de un estudiante regular de aquel tiempo y en aquel lugar. Era evidente que nuestros pequeños seminarios internos nunca podrían alcanzar ese nivel y ese reto. Y así la Provincia claretiana emprendió un estudio bastante documentado y serio sobre dónde se encontraría la mejor ubicación que pudiera cubrir esas necesidades. Se llegó a la decisión de que la Universidad de San Luis ofrecía la mejor oportunidad para ello.

La Universidad había remodelado recientemente el antiguo “Hotel Coronado” (situado a las afueras del campo universitario y llamado ahora Lewis Memorial) como residencia universitaria para congregaciones religiosas y para matrimonios. En septiembre de 1966 treinta claretianos se asentaron como residentes en el noveno piso. Los Servitas y los Montfortianos ocuparon los pisos vecinos. En esos espacios cada comunidad vivía su vida de comunidad propia. Todos se entremezclaban en la cafetería común. La Eucaristía diaria de los claretianos, celebrada en la capilla común, estaba abierta a otros, y muchos estudiantes universitarios preferían nuestras liturgias vivas y cantadas a los servicios algo formales y aburridos de la capilla de la universidad.

Marty con frecuencia me recordaba que, como sacerdote recién ordenado, era demasiado joven para hacerse cargo y sentirse responsable de tantos estudiantes religiosos de nivel universitario. El Superior Provincial le aseguró: “No te preocupes, ahí está Ted como superior local. Tiene mucha experiencia en formación y puede ayudarte y guiarte”. – “Ah, sí, eh!”, diría Marty con una risita en tono de sorna, “y entonces desde marzo en adelante Ted estaba viajando a Roma trabajando en los comités preparatorios para el Capítulo General, y en aquel Capítulo General le eligieron Consultor General y Prefecto General de Formación. ¡Eso me hizo la mar de bien!”

Marty disfrutó realmente la inesperada oportunidad de enseñar teología, que le llegó por sorpresa. A todos los estudiantes de la Universidad de San Luis se les exigía sacar doce horas de teología. El curso de primer año en septiembre de 1966 fue mucho más numeroso de lo esperado, y a Marty lo llamron inesperadamente para enseñar Teología 101. Permaneció en la facultad de teología hasta 1973. En 1968 recibió el “Premio Anillo Nancy McNair” como Destacado Miembro del Año de la Facultad, un honor significativo en aquella prestigiosa Universidad jesuita.

Pero más importante para Marty era su callado y discreto ministerio pastoral. Como recuerda uno de sus estudiantes laicos: “Marty nunca dijo a nadie que no tenía tiempo para ayudarle. A veces me diría que realmente tenía que trabajar sobre un trabajo escrito, en una ponencia o en trabajo de clase, o en una homilía. Después me enteraba yo, por medio de otro estudiante, que necesitaba hablar con alguien, y que Marty había estado hablando con él hasta bien entrada la noche. Por mucho que uno pensara que había metido la pata,, Marty siempre parecía encontrar un camino para que se fuera con un plan, quizás con una solución, pero siempre con un sentimiento de valía y de dignidad”.

Fue típico de Marty encontrar oportunidades para juntarse con otros directores de formación, mujeres y hombres, para ver cómo podrían ayudarse mutuamente, aprender unos de otros y descubrir caminos de cooperación. Formó parte de la Conferencia de Formación Religiosa a nivel local y nacional, y tuvo contacto con grupos como el Instituto de Formación Religiosa, entonces en St. Louis.

Una de las iniciativas de Marty tendría un efecto duradero. Para el verano del 1969 Marty reclutó a tres de sus seminaristas y a cuatro muchachas estudiantes universitarias para unirse a él en una expedición a las misiones claretianas en la costa caribeña de Guatemala. El grupo aventurero partió de St. Louis en tren para el largo viaje a la ciudad de Guatemala, y desde allí a la costa para pasar el verano aprendiendo y ayudando en varios proyectos entre las poblaciones indígenas de la región. Esta experiencia se repitió con grupos variados en años posteriores.

El P. Richard Todd, cmf., veterano misionero en Guatemala, trabajó con Marty cuando comenzó ese programa. “Fue una experiencia sensacional”, dice Todd. “Marty tenía una visión excelente y trabajó muy bien con los estudiantes universitarios que formaban parte del programa. Estaban muy bien motivados y preparados, tanto material como espiritualmente.  Marty era una gran inspiración para todos ellos. Los miembros de aquel grupo todavía se comunican hoy entre sí. Todos ellos siguen activos en la iglesia en diferentes niveles. Marty era quien les inspiraba y les proporcionaba las oportunidades para profundas experiencias. Él es, en realidad, el fundador de lo que llamamos el Programa de Voluntariado. Años después, en sus diferentes cargos, hizo avanzar este proyecto, que llegó a ser la raíz del programa “Seglares Claretianos” en la Provincia”.

En febrero del 1970 Marty fue convocado a Roma por el Gobierno General para formar parte de un comité ad hoc para la adaptación a la Congregación claretiana del nuevo decreto vaticano sobre Formación Religiosa, “Renovationis Causam”. Ésta fue una ocasión excelente para Marty para encontrarse e intercambiar ideas con los principales prefectos claretianos de formación de todo el mundo, relación que mantendría viva por muchos años.

En 1971, por razones económicas y de comunidad, Marty y la comunidad claretiana se trasladaron a dos edificios adyacentes e independientes, detrás del Lewis Memorial.

En 1974 Marty fue elegido, para un período de seis años, Consultor de la Provincia del Este y Prefecto de Educación y Formación. Se desplazaría mensualmente a Chicago para encuentros de gobierno.

  1. Chicago

Con los nuevos destinos provinciales de 1977 Marty comenzó una nueva fase de su vida, centrada ahora en Chicago. Sería un tiempo apropiado para abrir y cerrar, para acabar viejos proyectos y comenzar nuevas e importantes empresas.

Como otras muchas congregaciones en los Estados Unidos, los claretianos estaban adaptando su programa de formación a nuevas situaciones. De ahora en adelante, los candidatos habrían de acabar su educación universitaria antes de ser admitidos al programa de formación seminarística. El programa de formación de San Luis se dio por acabado. La Casa Claretiana de Estudios en la Universidad Católica de Washington se vendió. Se percibió que los cursos allí ofrecidos tenían poco contenido pastoral, enfocados generalmente a la mayoría de los seminaristas diocesanos, y además económicamente resultaba caro.

Así pues, los claretianos abrieron un nuevo centro de formación en el sector de Hyde Park en la parte sudeste de Chicago, donde algunos de sus estudiantes estudiarían teología en la recién fundada Unión Teológica Católica (“Catholic Theological Union” – CTU). La nueva comunidad se llamó Casa Claret, y a Marty lo nombraron superior local. Los claretianos compraron dos edificios de apartamentos adyacentes, de tres pisos, distante una manzana del Museo de Ciencia y de Industria, dos del Lago Michigan, y aproximadamente a una milla de la Universidad de Chicago. Uno de los edificios de apartamentos se remodeló para poner en marcha un programa apropiado de formación comunitaria.

La “Unión Teológica Católica” (CTU) era una nueva y apasionante empresa, la más apropiada para los objetivos claretianos. Fundaron la “Unión” en 1968 los Franciscanos, Pasionistas y Servitas, que “se unieron” aportando sus respetables profesorados teológicos y bibliotecas desde sus aisladas zonas rurales, para residir en el antiguo Hotel Aragón, de diez pisos de altura. Intentaban proveer un plan de estudios teológico de primera calidad, que estuviera atento a las necesidades pastorales y que ofreciera experiencia ministerial real y práctica en un entorno urbano. Ninguna comunidad religiosa estaría “encargada” de la institución, sino que se formó más bien una corporación en la que todos los miembros tuvieran iguales derechos y obligaciones y que operaría por medio de un Consejo de los superiores mayores que formaban la corporación y de un Presidente asignado por elección. Cuando la Sociedad del Verbo Divino se unió a la corporación, un enfoque misionero quedó asegurado. Los claretianos ingresaron en la corporación en otoño del 1972. Marty sirvió como el enlace claretiano con la CTU en muchos asuntos prácticos.

En Chicago Marty estableció el mismo tipo de relaciones que cultivaba en St. Louis con otros formadores de congregaciones religiosas, masculinas y femeninas, para mutuo apoyo y cooperación.

En su segundo año en Claret House, los superiores nombraron a Marty como maestro de novicios. Había entonces siete novicios, que seguían un programa especial, justamente en Claret House. Una de las iniciativas originales fue el organizar unos Ejercicios Espirituales ignacianos, de treinta días, en España, para los novicios y para varios directores o formadores. El grupo de novicios y cuatro formadores (un jesuita, dos Hermanas del Cenáculo y Marty) hicieron los Ejercicios en la casa de espiritualidad de Vic (Prov. de Barcelona, España) ubicada junto al lugar donde Antonio Claret había fundado nuestra Congregación y donde actualmente reposan sus restos. Al acabar los Ejercicios, el grupo visitó lugares claretianos e ignacianos en aquella zona del noreste de España (Manresa, Sallent, Montserrat, Barcelona).

Marty siguió dirigiendo talleres y retiros. Por ejemplo: en el “Festival de Espiritualidad Americana Isaac Hecker” celebrado en Boston al final de enero de 1978, Marty pronunció el discurso de apertura. En el curso de verano de una semana, en el mes de julio, en “St. Mary of the Woods”, Indiana, Marty presentó los siguientes temas: “Humanizando para un Futuro Ministerio” y “La Espiritualidad y la Cultura Americana”.

El P. John Raab, cmf., nos cuenta acerca de un curso para formadores al que asistió en 1979, en el Centro para Investigación Aplicada en el Apostolado (CARA – Center for Applied Research in the Apostolate) tenido en Washington, DC. “¡Y mira tú quién era uno de los conferenciantes del programa: nada menos que Marty! Encontrar un claretiano tan conocido y respetado en ese campo me hizo sentirme un poco orgulloso”.

Por aquel mismo tiempo tenían lugar preparaciones para el Capítulo General Claretiano de 1979, a celebrarse en Roma. Marty acompañó a su Superior Provincial (P. Jim Maloney, cmf.) al Encuentro de ESCLA (English Speaking Claretians – Claretianos de habla inglesa) tenido en Bangalore, India (18-23 de enero); y, a la vuelta, visitó a los claretianos de Filipinas.

La Provincia del Este de EE.UU. había elegido a Marty como su delegado para el Capítulo General de 1979. Este Capítulo (3 sept.-13 oct.) tenía como tema: “Los claretianos en el mundo hoy”, que resultó ser no sólo importante, sino también devisivo. El comité del Capítulo encargado de redactar el instrumento de trabajo se encontraba en punto muerto o en callejón sin salida, y finalmente tuvo que ser disuelto y sustituido por otro. Marty fue elegido miembro de este segundo comité, que proveyó con paso seguro un borrador o instrumento de trabajo aceptable, que satisfizo a los miembros y que fue acogido con entusiasmo.

Durante este Capítulo, Marty tuvo contacto más directo con los importantes y recientes documentos de los obispos de América Latina. Entre las muchas cosas que formarían parte de las deliberaciones claretianas de aquel tiempo estaría la metodología “Ver, Juzgar y Actuar”, que Marty procuró aplicar en su vida y ministerio.

Entre otras actividades e intereses especiales estaba el apoyo al “Centro Octavo Día por la Justicia” (Eighth Day Center for Justice) , una colaboración de más de veinte congregaciones masculinas y femeninas para trabajar por la justicia en los EE.UU. y en el mundo. El representante claretiano, P. Tom Joyce, dice que el modelo contribuyó a inspirar a Marty cuando se puso en marcha el Centro Claret.

En medio de toda esta actividad, Marty fue capaz de acabar su tesis doctoral, y en 1980 recibió su doctorado en Historia de la Teología por la Universidad de San Luis. Su tesis de 305 páginas llevaba como título “La Espiritualidad de Isaac Thomas Hecker: “Conciliando el Carácter Americano con la Fe Católica”. El P. Hecker es el fundador de los Padres Paulistas.

  1. Centro Claret

Durante este mismo período Marty estuvo reflexionando sobre un nuevo proyecto, junto con Sor Mary Ellen Moore, sh. Mary Ellen es una licenciada en sicología clínica, que en aquel momento era directora de formación de su comunidad de Hermanas Auxiliadoras (Society of Helpers). Ambos eran conscientes de que existía una necesidad urgente de tener un centro profesional especializado para dirección espiritual, y para consulta y terapia sicológica en el entorno de Hyde Park. En esta área había muchas comunidades religiosas que enviaban a sus estudiantes a la CTU, y que proveía fácil acceso para los que ejercían su ministerio en las instituciones de la archidiócesis de Chicago.

Parece que ningún grupo podría llevar a cabo este proyecto solo. Los claretianos podían ofrecer espacio libre en el edificio de apartamentos adyacente a Casa Claret. Las Hermanas Auxiliadoras podían ofrecer ayuda profesional y de secretaría. Entre sus conocidos de las congregaciones religiosas pudieron reclutar algunos directores espirituales y psicoterapeutas experimentados.

Finalmente, hacia mediados de 1979, de manera silenciosa, Marty y María Elena fundaron el “Centro Claret para Recursos en Espiritualidad” (Claret Center for Resources in Spirituality). La primera plantilla constó de cinco directores espirituales y dos psicólogos, representando a seis congregaciones religiosas.

Al poco tiempo, Marty, con la ayuda de algunos claretianos, inició un sector aparte que, bajo la impronta del Centro Claret, publicó siete libros importantes sobre diversos aspectos de la vida religiosa. A los pocos años se puso fin a esta iniciativa. El Centro Claret siguió creciendo y concentrando sus esfuerzos en servicio directo a individuos y a grupos. En aquel momento el Centro cambió de nombre: “Centro Claret: Recursos para Consulta y Dirección Espiritual” (Claret Center: Resources for Conseling and Spiritual Direction”).

Pasados unos años de crecimiento gradual del Centro Claret, Marty publicó un artículo sobre el Centro Claret en “Upturn” (Mejora), el boletín de la Asociación de los Sacerdotes de Chicago.

“El Centro Claret celebró recientemente su décimo aniversario de servicio a la gente en el área de Chicago, incluyendo a un buen número de sacerdotes diocesanos. El Centro se creó ante todo para proveer dirección espiritual y terapia individual; pero incluye también, de modo esporádico, seminarios, talleres y retiros. Ha desarrollado un curso de un año de aprendizaje en dirección espiritual, y más recientemente un año de práctica en psicoterapia. La plantilla del centro de directores espirituales y psicoterapeutas bien experimentados ofrece sus servicios con una atención especial al desarrollo integral de la persona. El centro surgió y creció del interés por la integración de lo espiritual con lo sicológico para el bienestar de la persona”.

Se puede ver un ejemplo de los “servicios externos” del Centro Claret en esta nota de un Boletín Claretiano (Claretian Newsletter) de 1984: “Desde el 9 al 11 de mayo, en Detroit, Michigan, Marty Kirk y Sor Mary Ellen Moore, s.h., presentaron un taller sobre afectividad a un grupo de veinticuatro novicios jesuitas de las provincias de Chicago y Detroit. El 28 y 29 de junio Marty y Mary Ellen dirigieron un taller titulado “Enfocando a los Votos” como parte de un programa de tres semanas en el que veinticinco religiosos de varias congregaciones -masculinas y femeninas- a través de los Estados Unidos se estaban preparando para su compromiso final, la profesión perpetua. El programa fue patrocinado por la Conferencia de Formación Religiosa. Del 6 al 13 de julio, otros miembros del Centro Claret se unieron a Marty y Mary Ellen para dirigir los retiros de ocho días, guiados o dirigidos, a los veinticinco participantes”.

Ese mismo año Marty persuadió también a la Plantilla del Centro Claret para participar en una experiencia más bien única, consistente en enseñar en equipo por un curso semestral de otoño titulado “Espiritualidad y Experiencia”, en el Instituto de Estudios Pastorales de la Universidad de Loyola en Chicago. Una evaluación de un estudiante subraya: “Aunque no había textos exigidos para las materias que estudiamos, los contenidos de Marty eran tan completos que hacía innecesaria la excesiva lectura”.

Marty permaneció como co-director y director espiritual del Centro Claret hasta su muerte. Vio cómo crecía el centro en talla física, en plantilla de profesores (ahora también con profesionales laicos), en clientela (incluyendo más laicos) y en prestigio. El Centro Claret ha seguido progresando de muchas maneras, y puede considerarse como el memorial viviente más importante de Marty.

La psicoterapeuta Connie Vitale dice que, cuando entró a formar parte de la plantilla del Centro Claret, en mayo de 1991, se sintió “acogida cálidamente y animada por este hombre vital, simpático… Marty escuchaba siempre con lo que parecía ser interés y respeto sinceros. Con generosidad y ánimo participaba en la experiencia de los otros. Marty tenía una manera tan peculiar de hacerse presente, de modo profundo y sensible, que no puedo encontrar palabras para describirlo. Y hacía esto con un sentido de humor contagioso”.

El recuerdo más vivo e intenso que Connie Vitale guarda de Marty ocurrió poco después de la muerte de su hijo de 23 años en un accidente vehicular. “No era fácil encontrar a gente que pudiera preguntarme cómo la estaba pasando, y que pudiera aguantar una respuesta sincera… Con todos estos años que han pasado no puedo recordar lo que Marty me dijo; lo que sí sé es que para mí fue como una bebida de agua fría en un desierto. Marty encarnaba la bondad. Nuestro mundo quedó un poco más frío cuando Marty lo dejó”.

1980–1989. Superior Provincial

En el otoño de 1980 la Provincia Este de EE.UU. eligió a Marty como su Superior Provincial para los siguientes seis años. Seis años más tarde fue re-elegido para un mandato de tres años más, la única prórroga que él estaba dispuesto a aceptar. Marty se mudó a la Residencia Provincial en Oak Park, Illinois. Como Superior Provincial, su estilo preferido no consistió en insistir en su autoridad, sino en dirigir por medio de liderazgo, diálogo, persuasión, animación, consenso y servicio.

Muchos claretianos han atestiguado de su estilo de liderazgo. El P. Jim Curran, cmf., advierte: “Cuando yo vivía con los jesuitas en Nueva York, Marty vino una noche a cenar con nosotros. Los jesuitas estaban impresionados por su sofisticación, pero lo que realmente les impresionó fue la relación informal y desenfadada que yo mostré con el Provincial y cómo incluso intercambiamos algunos comentarios fuertes. Siempre me sentí totalmente a gusto con Marty y tuve siempre la sensación de que podía ser perfectamente franco y sincero con él. Además, siempre sentí que él hablaba y obraba como con un “telón de fondo espiritual”, aun cuando el tema fuera principalmente pragmático y no se empleara especialmente vocabulario religioso”.

 

Otro claretiano añade: “Recordaré siempre su absoluta discreción y reserva como superior. Yo sabía que podía abrirle siempre mi corazón sin ningún temor”.

 

Vanessa White, Profesora de Espiritualidad en la Unión Católica Teológica, recuerda: “Uno de los primeros claretianos que encontré en liderazgo fue el P. Marty Kirk, cmf. Habiéndome educado como católica en Chicago, mi experiencia había sido la de dirigirme a los sacerdotes con el tratamiento de “Padre”. Como nueva Voluntaria Claretiana en 1985, tuve el honor de ser invitada a la reunión o Asamblea Provincial de los claretianos. Al entrar en la sala de reunión, yo estaba un tanto indecisa al encontrarme en este nuevo ambiente en la Lewis University, con sacerdotes en su mayoría, así como por ser la única mujer afro-americana en la sala. Entonces un hombre muy acogedor, pelirrojo y de cabello rizado, se adelantó hacia mí con una gran sonrisa y me dijo: “Bienvenida, soy Marty Kirk”. Entonces comenzamos una conversación, que inmediatamente me hizo sentirme a gusto. No fue hasta más tarde en el día, cuando me enteré de que él era el Superior Provincial de los claretianos de la Provincia del Este, ¡el P. Marty Kirk! Hasta el día de hoy estoy agradecida por su acogida y también por su humildad como sacerdote y ministro. Este encuentro determinó también mis relaciones con los claretianos a través de los años, en quienes he descubierto que muestran las características de la hospitalidad y la acogida”.

 

Esta relación sencilla y llana con la Provincia puede apreciarse en la siguiente carta, que envió Marty el 5 de octubre de 1983 a cada miembro de la provincia:

 

“Querido ‘Subordinado’:

 

¡Aquí tienes la oportunidad de tu vida para decirle al Provincial que “se vaya de paseo” de una vez! ¡Ni siquiera vas a perder tu puesto de trabajo! ¡Todo lo que necesitas es un poco de entusiasmo moral y unos cuantos dólares fáciles! ¡Seguro que no puede haber en todo el mundo demasiados empleados que tengan semejante gran oportunidad de poner a su jefe “de patitas en la calle”, a tan poco costo!

Y si ésa no es motivación suficiente, has de saber que también logras al mismo tiempo ayudar a los hambrientos de Chicago. Hay una manifestación, con el lema “Caminata del Hambre”, programada para el 15 de octubre, en la que espero participar. Necesito patrocinadores a tanto por kilómetro. La Caminata es de 20 kilómetros… así que, si contribuyes con un dólar por kilómetro, por ejemplo, tienes que apoquinar $20:00, para pobres hambrientos y necesitados de Chicago, mientras me haces sudar a mí durante toda la caminata. Así pues, ¿qué te parece? ¡No pierdas esta oportunidad de poner personalmente en las manos del Provincial sus “papeles de despido” -o de paseo-! Envía tu cheque a vuelta de correo a: …

 

“Ejecutivamente” tuyo,

(firmado) Martín J. Kirk, cmf.

Superior Provincial

 

El Boletín posterior de la Provincia del Este cuenta que, además de algunas contribuciones generosas, la carta “generó mucho toma y daca entre Marty y los miembros y amigos de la Provincia. La respuesta fue más creativa y entusiasta de lo que Marty jamás hubiera imaginado”.

 

La Mini-Asamblea anual de aquel año (28-29 de diciembre) tenía como tema: “Compartiendo el Ministerio Claretiano (al estilo de la Provincia Este)”. Marty comenzó la reunión con una introducción general al tema. Subrayó cómo importantes y recientes documentos claretianos y la experiencia a través de la Congregación consideraban la necesidad de colaborar con otros en el trabajo de evangelización: “Éste trabajo puede tomar muchas formas, desde invitar a otros a participar o a asociarse a nuestra vida y ministerio, a cooperar con otros en una misión y apostolado comunes, a facilitar y animar el ministerio que otros emprenden”. La Asamblea estudió todas estas posibilidades.

 

Más tarde Marty presentó un “Programa para Seglares Claretianos”. Explicó la historia de este proyecto y el progreso que se estaba haciendo en muchas Provincias claretianas en todo el mundo. “El proyecto para desarrollar el movimiento de Seglares Claretianos está marchando aquí a un paso más lento, no sin buena razón. El Consejo Provincial piensa que es muy importante que entendamos bien la naturaleza y la finalidad de los Seglares Claretianos en nuestra Provincia, antes de comenzar a asociar a nadie de una manera formal en la misión claretiana. Sin embargo, vamos adelante”. Sobre la base de una preparación cuidadosa, Marty y el Consejo Provincial pudieron invitar a laicos selectos de todas las partes de la Provincia, que formaron un grupo bien sólido y activo.

 

Marty ideó una manera para lograr que este estilo de liderazgo y de plena participación alcanzara a la Provincia entera. Después de su re-elección en 1986, él y sus Consultores invitaron a cinco miembros de la Provincia, como representantes de varias edades y ministerios, para tener un curso especial de un mes de duración en el “Centro para Cambio Planificado” (Center for Planned Change), en St. Louis. Se iniciaron en el “Proceso Colectivo de Reflexión”. Se esperaba que posteriormente los participantes enseñaran el mismo proceso al resto de la Provincia. Este proceso emplea una técnica por la que cada cual se siente libre y tiene la oportunidad de expresar sus pensamientos de una forma tal que puede conducir más fácilmente a un consenso. Este método se ha empleado después en la provincia en muchas asambleas provinciales y en reuniones comunitarias, y todavía quedan huellas de él; por ejemplo, en el uso amplio del “control climático” (climate check).

 

Un ejemplo del ingenio e inventiva de Marty ocurrió el 8 de mayo de 1981. El claretiano Ron Stua se iba a ordenar de sacerdote junto con un agustino. El prelado ordenante era el obispo John Conway McNabb, osb., un obispo misionero visitante de Perú.

 

Fue un tiempo en el que algunos llevaban puestas cintas azules, como protesta de que no se ordenara a las mujeres. Cuando el obispo y los dos superiores provinciales estaban en fila para la procesión de entrada, el obispo McNabb inquirió qué significaban todas aquellas cintas azules. Marty replicó de modo informal que los claretianos son una congregación mariana y el color de María es azul. Aquella media-verdad permitió que la ordenación se desarrollara suave y pacíficamente.

 

Durante su tiempo como Superior Provincial, Marty participó asiduamente en la Conferencia de Superiores Mayores de Hombres (Conference of Major Superiors of Men – CMSM). En 1983 Marty fue elegido como miembro del Comité Ejecutivo de la CMSM para un trienio, y reelegido para otro trienio en 1986. Durante ese tiempo se le nombró como representante de la CMSM ante el Comité Directivo de la Coalición Católica Nacional para el Desarme Nuclear. A consecuencia de ello, viajó regularmente a Washington, D.C., para reunirse con el comité, compuesto por representantes de varias organizaciones católicas.

 

Durante varios años Marty fue también presidente del Consejo Católico Nacional de Vocaciones. También recibió nombramiento como miembro del Comité Consultivo en la Oficina para Religiosos de la Archidiócesis de Chicago. Seguían llamándole, en Roma y en otras partes, para dar talleres sobre “Renovación” y sobre el “Tipo Indicador de Myers-Briggs” (Myers-Briggs Type Indicator) – en el que era ya ahora experto.

 

Marty mantuvo también contacto con los claretianos de todo el mundo, de diferentes maneras. Fue elegido presidente del ESCLA (English-Speaking Claretians – Claretianos de Habla Inglesa). En preparación para el Capítulo General de septiembre del 1985 convocó una reunión de ESCLA en Japón. Primero pasó unos cuantos días en Corea del Sur, donde visitó la nueva comunidad claretiana en Seúl. Del 4 al 9 de febrero, dirigió la reunión de ESCLA en Osaka, Japón. Estaban invitados a la reunión el Provincial y un representante de cada provincia de ESCLA: Canadá, India, Japón, Nigeria, Filipinas, Reino Unido, EE.UU. de Este y EE.UU. del Oeste.

 

Respondiendo a una pregunta específica en su “Informe o Memoria de Gobierno” para el inmediato Capítulo General de la Congregación, el Consejo de la Provincia del Este hizo una lista de los logros y acontecimientos más significativos de los últimos seis años, a saber:

  • Días de Oración, establecidos dos veces al año para comunidades claretianas de las áreas principales de la Provincia.
  • Iniciación al instrumento del “Inventario Personal” y proceso de formación permanente a nivel personal y provincial.
  • Establecimiento y funcionamiento del Consejo Pastoral.
  • Nueva comunidad en Springfield, Missouri, para ministerio universitario en la Universidad Estatal del Sudoeste de Missouri (SMSU).
  • Expansión del Apostolado Hispano, anexando la Parroquia de la Santa Cruz y sus instalaciones y servicios a la Parroquia del Corazón de María en Chicago.
  • Comienzo del Centro Claret; establecimiento de los voluntarios claretianos y de los Seglares Claretianos.
  • Comienzo de nuevas publicaciones: Salt, Generation y Goosecorrn.
  • Continuación de nuestros ministerios y proyectos regulares: misiones, parroquias, Publicaciones Claretianas, fondo y actividades de Justicia y Paz, apostolado universitario, fondo ICAF, Centro Médico Claretiano, etc.

 

Como Superior Provincial del Este de EE.UU., Marty asistió al Capítulo General de 1985 en Roma. Yo mismo le acompañé como delegado elegido por la Provincia. El tema del Capítulo era “El Claretiano en el Proceso de Renovación Congregacional”. Los tres Capítulos Generales anteriores se habían concentrado en la Congregación en su conjunto. Este Capítulo se centraría en los miembros de la Congregación como personas particulares. Marty y yo teníamos una experiencia significativa en este área, y nuestra aportación se puede notar en las directrices del Capítulo para el desarrollo integral y la formación permanente de cada miembro:

 

“Cada uno de los claretianos tendremos que hacer nuestro propio plan de formación o compromiso de crecimiento personal, que atienda a la integridad de la persona (dimensión espiritual, física, psicológica, intelectual y apostólico-ministerial) y esté de acuerdo con la comunidad y con los superiores”. (N° 67).

 

El Capítulo se sorprendió ante la honesta y humilde afirmación de Marty, de que su Provincia se encontraba “frágil” a causa de la situación de sus miembros. Como muchas otras Congregaciones de EE.UU., nuestra Provincia Claretiana había pasado por un largo proceso de pérdida de muchos sacerdotes y estudiantes, jóvenes y prometedores. Marty fue elegido sin dificultad como Consultor General para los seis años siguientes. Utilizando un procedimiento permitido por el reglamento del Capítulo, pidió que le eximieran de no aceptar la elección, y pudiera explicar sus razones en sesión privada a un comité especial compuesto por tres personas. Después de escucharle, el comité regresó a la Sala Capitular expresando su opinión de que Marty tenía suficientes razones para no aceptar. Así pues, el Capítulo votó en consecuencia; se aceptó su renuncia. (Yo mismo fui entonces elegido en la siguiente votación para mi tercer período de seis años en Roma).

 

Sólo los miembros de ese comité supieron las razones de Marty, pero muchos supusieron que él les había revelado la situación de su precaria salud. Aunque aparentemente vigoroso y participando en deportes y en otras actividades, Marty todavía tenía una válvula del corazón perforada y todavía tenía que tomar penicilina desde el tiempo de su fiebre reumática cuando niño. Los viajes muy frecuentes a través del mundo, exigidos de los Consultores Generales, y la precariedad de su situación indujeron a Marty a presentar la renuncia.

 

Marty trabajó arduamente durante toda su vida. También jugó con todo ahínco. Le gustaba realmente hacer excursiones, jugar al tenis, viajar como trotamundos con la mochila al hombro, patinar, esquiar, y nadar..Llegó a dominar algunas de esas actividades. A intervalos periódicos organizaba un evento (como ir de excursión con una mochila al hombro en Colorado) con algunos hermanos claretianos y/o con sus amigos y parientes. En invierno, una típica actividad nocturna semanal era organizar una fiesta de patinaje en la pista local de hielo, y después invitar a todos a la Casa Provincial en la que había una sala con fogón y chimenea, y piscolabis con cosas para picar, y bebidas que calentaban el cuerpo y el corazón.

 

Uno de los talentos o destrezas relajantes que podía practicar a solas, cuando necesitaba relajarse o escapar de algún problema, era el arte. Mientras era Provincial, encontró tiempo de hecho para tomar clases de arte. Logró ser bastante bueno, y utilizó algunos de sus mejores trabajos como regalos a parientes y amigos.

 

Más tarde Marty se entusiasmaría con “tai-chi”. Algunos claretianos recuerdan sus madrugadas con Marty en el gimnasio, e incluso sesiones en nuestra Asamblea Provincial.

 

Pero Marty tenía también, a veces, las faltas de sus virtudes. Algunos se quejaban de que Marty, a causa de sus muchas actividades, no estaba disponible cuando querían hablar con él. Otros decían que tardaba en contestar las cartas. Con frecuencia llegaba tarde, algunas veces debido a sus respuestas a las llamadas telefónicas o a sus conversaciones con alguien que había llegado en el último minuto.

 

Comunicaciones Electrónicas

 

Martha Minnich condensa así esta apasionante historia de los años 1990:

 

“El P. Marty Kirk fue uno de los primeros en reconocer el potencial del Internet y de la WWW (World Wide Web – Red del Ancho Mundo). La evangelización es parte del carisma claretiano, y el P. Kirk inmediatamente se percató de que el Internet promovería esa meta y que el correo electrónico se convertiría en el modo cómo la gente se comunicaría en el futuro.

 

Comenzó poniéndose en contacto con los claretianos por correo electrónico, de forma que pudieran comunicarse fácilmente unos con otros. De los primeros en obtener correo electrónico fueron la Oficina Vocacional y la Oficina del Ecónomo de la Provincia del Este.

 

El sueño del P. Kirk, sin embargo, era una empresa arriesgada de colaboración entre los claretianos y otras organizaciones religiosas, y otras sin fines lucrativos, que compartieran la misión y la visión claretianas. Comenzó la aventura contratando a dos laicos, Mike Wellems y Martha Minnich, para ayudar a montar una red de correo electrónico y entrenar a gente para ello. Sor Mary Ellen Moore, de las Auxiliadoras, formó también parte de este esfuerzo; su congregación fue la primera en unirse a los claretianos como parte de la red de correo electrónico. Al principio el correo electrónico era muy primitivo y difícil de entender. Entonces Mike, con el visto bueno del P. Kirk, montó un servidor con un programa de correo con una interfaz gráfica. Esto hizo mucho más fácil enseñar el uso del sistema a gente sin experiencia de computación; y el número de usuarios creció rápidamente.

 

En el verano de 1995 los claretianos de Chicago patrocinaron una reunión de fin de semana con otros claretianos y con miembros de otros ministerios claretianos para analizar el potencial del Internet y cómo tener acceso a él. Había representantes de la Provincia del Este, de Canadá, Panamá, Inglaterra, España y Filipinas, junto con miembros de la Provincia del Este. La discusión se centró en cómo colaborar usando el nuevo World Wide Web (WWW) para comunicarse unos con otros y para evangelizar. Algunos de los asistentes estaban ya comenzando a poner materiales en línea.

 

A este primer encuentro le siguió otro en otoño con grupos religiosos de Chicago, para tratar de cómo colaborar unos con otros. Como fruto de estas reuniones se desarrolló “Comunicaciones y Conexiones en Red – CMF” (CMF Communications and Networking), que proporcionó las conexiones para los servicios de correo electrónico y de la red. Mike Wellems puso en marcha servidores para manejar el correo y el Internet para los claretianos y para otros grupos religiosos que colaboraban con nosotros. El P. Kirk pidió a otros grupos formar parte de nuestros servicios colaboradores. Martha Minnich y Sor Mary Ellen Moore facilitaron capacitación y apoyo para usar el nuevo sistema de correo electrónico.

 

Conforme seguía desarrollándose la WWW (World Wide Web), el P. Kirk dio el visto bueno a Mike para establecer un dominio claretiano (www.claret.org) y crear una página web para los claretianos de la Provincia del Este. Los claretianos se convirtieron así en una de las primeras organizaciones religiosas en EE.UU. con una presencia web por medio de su propio dominio y su propia página web. El P. Kirk siguió animando a otras congregaciones religiosas a unirse a nosotros y pronto hubo ya unas doce integradas en nuestro sistema.

 

 Gracias al P. Marty Kirk y a su reconocimiento de la importancia de la nueva tecnología, los claretianos se situaban realmente en la línea fronteriza de avanzada. Pudieron ponerse como ejemplo y ayudar a otros a formar parte de la era de Internet”.

 

  1. Ecónomo Provincial

 

El Capítulo Provincial de 1989 de la Provincia del Este de EE.UU. eligió a Marty Kirk como su Ecónomo Provincial.

 

Yo estuve presente en ese Capítulo, presidiéndolo como delegado del Superior General. Después de su elección le pregunté a Marty: “Marty, ¿por qué diablos aceptaste? ¡Si no sabes nada de finanzas! Además, estás malgastando tus talentos”. Marty replicó: “Me querían; me eligieron”.

 

Poco después acompañé a Marty a una librería local, donde compró algunos libros sobre Economía 101. Se debió aplicar bien a su tarea, ya que pronto llegó a ser uno de los ecónomos más competentes de nuestra Congregación, y muchas otras provincias solicitaron su orientación y consejos. Incorporó también a su oficina su conocimiento tecnológico y su preocupación y creatividad por la justicia social y por los pobres; preocupación y creatividad que alentarían nuevos proyectos. Su cargo se convirtió en un nuevo vehículo para su ingenio al servicio del Evangelio.

 

Marty se trasladó de la Casa Provincial de Oak Park, quizás una de nuestras residencias más cómodas, y aceptó ser el Director de la Casa Claret, sin duda una de nuestras casas más incómodas. Ayudado por otros claretianos, Marty, cuando fue Superior Provincial, había fundado Casa Claret, un programa residencial para muchachos universitarios hispanos interesados en roles de liderazgo en la iglesia y en la sociedad. Promovía la formación de universitarios latinos, ayudándoles a gozar de una residencia apropiada para el estudio, de acceso cercano a sus centros universitarios, de trabajo, y de un estilo de vida sencillo en un entorno sencillo de comunidad. El edificio, abandonado durante mucho tiempo, era un antiguo convento, adyacente al Colegio San Pablo (St. Paul School), y en la acera de enfrente de la iglesia y parroquia de San Pablo, atendida por los claretianos. Marty participaba con los estudiantes y con otros dos claretianos, por turnos, en todas las tareas para preparar las comidas y limpiar las instalaciones y servicios. La idea era vivir en una comunidad hispana típica en el centro de la ciudad.

 

Marty tenía su oficina de Ecónomo y de otras responsabilidades en las oficinas claretianas en el centro de Chicago. Mike Kelly, en aquel tiempo Director Ejecutivo de los Proyectos Claretianos, reflexiona sobre sus años vividos al lado de Marty. “Como empleado de los claretianos en la Liga de San Judas, tuve la oportunidad única en mi vida de trabajar con el P. Marty cuando sirvió como Ecónomo de la Liga de San Judas y de Publicaciones Claretianas. El P. Marty era el jefe ideal, desinteresado y generoso. Se sobreentendía que el P. Marty te otorgaría su apoyo y confianza al tomar decisiones, pero te haría responsable de algunos resultados y de las decisiones que tú adoptaras. No era un hombre que necesitara micro-administrar meticulosamente; daba confianza y animaba los talentos de los otros”.

 

Y continúa Mike: “Para mí era insólito conocer una persona con una personalidad de tal bondad y cordialidad, y, aun así, una persona que tenía la habilidad para ser justo, imparcial y decisivo en la operación normal de una empresa. Esta habilidad era evidente ciertamente en su inteligente valoración de situaciones y de personas. Estaba el lado observador del P. Marty, que le permitía centrarse en la persona que estaba con él y hacer que esa persona se sintiera apreciada y escuchada como la única en la sala. El P. Marty llegó a dominar a la perfección la expresión de ‘oír con el oído del corazón’. Era un hombre atento, por ejemplo haciendo la presentación de todos en una reunión y asegurándose de que todos y cada uno se integraran en la conversación. Pienso que el corazón del P. Marty ardía con el amor de Cristo. Era el epítome del hombre que puso todos sus talentos, dones, realmente todo su ser, al servicio de los otros por medio de su vocación de claretiano”.

 

Marty ahora tenía que poner interés más directamente en varios proyectos que había apoyado como Provincial. Era miembro de la Junta de Directores de los Asociados Claretianos para el Desarrollo del Vecindario (Board of Directors of Claretian Associates for Neighborhood Development – CANDO), para ayudar a proporcionar viviendas asequibles y preservar el vecindario de Chicago Sur, en peligro de deterioro. Llegó a ser Presidente del Centro Médico Claretiano en el Sector Sudeste de Chicago, fundado para llevar atención médica a la gente en un vecindario abandonado.

 

Tanto como Provincial como en su cargo de Ecónomo, Marty se preocupó por ofrecer atención adecuada a sus hermanos claretianos de Provincia, tanto envejecientes como enfermos. Exploró varias posibilidades.

 

Su opción definitiva fue el “Centro de Vida y Resurrección” (Resurrection Life Center), una iniciativa de las Hermanas de la Resurrección que dirigían el Hospital de la Resurrección en el sector noroeste de Chicago. Solas, por su cuenta, construyeron el Centro. Lo hicieron en la esperanza de proveer servicio, a un costo razonable, a comunidades religiosas que necesitaran para sus miembros atención de enfermería. Indicaron que, aunque no necesitaban apoyo para el coste de edificación, esperaban que las comunidades religiosas que se beneficiaran de sus servicios ayudaran a proveer un fondo de donaciones a favor de la institución y así ayudar a las operaciones en curso. Por iniciativa de Marty, los claretianos de la Provincia del Este se juntaron con un número de comunidades y finalmente nuestra provincia prometió 500.000.00 US$ por un período de cinco años para el “fondo de donación”. Desde entonces prometimos un monto adicional de 250.000.00 US$. Un buen número de claretianos se han beneficiado de la estupenda atención que allí se ofrece.

 

En sus últimos años de Provincial, Marty había soñado en abrir una Librería Católica de primera calidad en el centro de Chicago, parecida a la recientemente cerrada Thomas More Booksotore. Algún día, al final de los 80, el P. Mark Brummel, cmf., le informó a Marty que uno de los inquilinos de la planta baja, en el edificio de las oficinas claretianas del centro de la ciudad, había cancelado su contrato de arrendamiento. Ésta pareció ser la oportunidad para comenzar una librería. Marty y Mark consultaron a expertos en este campo. Recibieron información de que había una verdadera necesidad, pero que era un negocio muy arriesgado. Pronto nació la “Librería Católica U.S.” (U.S. Catholic Bookstore)”. La librería suministró libros religiosos de máxima calidad y fue bien recibida, pero todavía requirió un subsidio sustancial de la Provincia a lo largo de los años. Hacia el año 1994 se reubicó la librería en la avenida N. Wabash, pero tuvo más problemas todavía, ya que el mercado seguía descendiendo. Después de un serio estudio de viabilidad la librería se cerró en 1998. Mark reflexiona: “Aun cuando la librería finalmente no tuvo éxito, creo que demostró cómo Marty estaba dispuesto a arriesgarse por un empeño apostólico.

 

Como ecónomo, Marty era especialmente generoso con su tiempo y su conocimiento práctico para con misioneros en países en desarrollo; como ejemplo, jugó un papel de apoyo significativo en el desarrollo de Publicaciones Claretianas (Claretian Publications) de Filipinas. Marty participó en el Encuentro Claretiano de Ecónomos Provinciales celebrado en Madrid en 1983.

 

El Boletín de la Provincia del Este, del otoño del 1990, anota que Marty estuvo en África del Sur trabajando con Sor Mary Pat Leroy, de los “Consultores Intercomunitarios de San Luis” (Intercommunity Consultants of St. Louis). El propósito del viaje fue el de facilitar un encuentro de tres organizaciones de liderazgo de la iglesia del país: La Conferencia Nacional de Obispos y las dos Conferencias (masculina y femenina) de Superiores Mayores de Vida Consagrada. Los principales temas del encuentro incluían el papel y el estilo de liderazgo de los Obispos y de los Superiores Mayores, programas de formación, y justa compensación para los religiosos. Aunque el tema central de estudio del encuentro trataba primariamente de temas internos de la iglesia, no pasaron sin embargo por alto los acontecimientos de la vida de cada día en África del Sur. Las reuniones tuvieron lugar en la Natal University, cerca de Durban.

 

Al mismo tiempo Marty seguía muchas de sus actividades anteriores: Co-director y director espiritual en el Centro Claret, dando retiros, ejercicios espirituales y talleres en varios lugares, ayudando los fines de semana celebrando misas principalmente en parroquias hispanas. Siguió escribiendo homilías publicadas varias veces al año por la Asociación de Tomás More en Markings.

 

El libro más importante para Marty, además de la Biblia, era su agenda personal de citas y compromisos, que cuidadosamente llevaba siempre consigo.

 

  1. Presidente de la Junta de Directores de la Unión Teológica Católica (CTU).

 

Marty se había involucrado estrechamente con la Unión Teológica Católica de Chicago desde el momento en que los claretianos se unieron a la Cooperación. Durante los nueve años de su provincialato fue el representante de los claretianos en la Corporación de la CTU. En 1991 fue nombrado miembro de la Junta de Directores, y le eligieron como Presidente de la Junta, comenzando en agosto de 1993.

 

En 1993 la Unión Teológica Católica estaba patrocinada por 32 congregaciones religiosas y ofrecía educación ministerial profesional a más de 360 estudiantes cada año. Sus graduados actualmente servían en 47 estados y en 39 países alrededor del mundo. Se la podría describir ya como “la mayor escuela graduada católica de teología y de pastoral en los Estados Unidos”. (¡La CTU ha seguido progresando de tantas maneras!). Sin embargo, la CTU estaba atravesando en aquel tiempo un período de dificultades, sobre todo financieras, y Marty empleó mucho tiempo y energía trabajando con la Junta para resolverlas.

 

El P. Donald Senior, cp., antiguo y actual Presidente de la CTU, comenta: “Pienso que todos los que le conocieron estarían de acuerdo en que Marty fue un miembro excepcional de la Junta de Directores –universalmente respetado y querido. Él fue para mí un gran apoyo y un sabio consejero, y ayudó eficazmente a dirigir la CTU a través de un período importante de crecimiento”.

 

Uno de los proyectos en los que Marty había estado trabajando para la CTU, como miembro de la Junta Directiva, fue el Fondo de Becas Augustus Tolton (Augustus Tolton Scholarship Fund) en beneficio de los estudiantes afroamericanos del mismo CTU. Augustus Tolton es el primer reconocido afroamericano ordenado sacerdote. La Archidiócesis de Chicago ha introducido recientemente su causa de beatificación.

 

1996. Últimos Días y Muerte

 

Al comienzo del verano de 1996 Marty sufrió dos TIA (Ataque Isquémico Transitorio) o mini-derrames cerebrales, con dos semanas de intervalo. Después del segundo ataque se descubrió que tenía un aneurisma peligroso en su cerebro. Sus doctores dijeron que no era operable. Un intento de operación podría dejarle en un estado vegetativo. Marty buscó segundas opiniones. Buscó en Internet para averiguar todo lo que pudiera sobre aneurismas.

 

Siguiendo nuestro consejo, Marty se trasladó de Casa Claret de vuelta a la Casa Provincial. Mantuvo su trabajo regular, pero comenzó a hacer llamadas especiales a amigos y parientes, y a cancelar algunos compromisos. De vez en cuando se daba un largo paseo para reflexionar.

 

El P. Ralph Berg, cmf., recuerda una conversación que tuvo con Marty en el Primer Encuentro de Claretianos de Norte América, celebrado en Milwaukee, del 19 al 23 de agosto. “Para entonces Marty ya sabía que tenía el aneurisma. Un día, estábamos conversando él y yo sobre ello y me dijo que estaba discerniendo si someterse a cirugía o no. Sabía que se encontraba en una situación my peligrosa, hiciera lo que hiciera. Me dijo que operándose corría un altísimo riesgo, pero que, al mismo tiempo, corría el mismísimo riesgo no operándose. Pero lo que me impresionó, mientras me hablaba, fue que nunca le había visto yo tan en paz y tan ´OK´ con lo que pudiera pasar. Era algo a lo que no temía, y estaba intentando simplemente pensar lo que sería “mejor” – someterse a la cirugía o no. Pero lo más chocante era que se mostraba más en paz que como nunca le había visto yo anteriormente. Quizás sea ésta la imagen más importante que yo pudiera ofrecer de él, porque, como alguna vez oí, la verdadera prueba de la vida de una persona no consiste tanto en lo que ha hecho con ella, sino en cómo afronta su propia muerte”.

 

Rita Andrés reflexiona: “Después que descubrieron el aneurisma de Marty, tuve que verle y hablé mucho con él. Me dijo que estaba “preparado”, pero no “listo”. ¡Él amaba tantísimo la vida, realmente!”

                                

Al enterarse de la muerte de Marty, Sor Joan Pitlyk, csj., directora del Instituto para Formación Religiosa, escribió: “Justamente hace diez días, Marty me llamó por teléfono para decirme que probablemente no iría a St. Louis en noviembre para el taller sobre Myers-Briggs para los estudiantes del Instituto de Formación Religiosa. Había venido a impartir ese taller desde 1993, y fue siempre una experiencia tan formidable para mis estudiantes”.

 

Marty canceló a regañadientes un viaje que le habían pedido a las recientes misiones claretianas en tres países del Este de África. Quería ir “porque me lo pidieron, y dijeron que yo les podía ayudar. Detesto el decir no, si puedo ayudar”.

 

El sábado por la noche del 14 de septiembre, Marty y yo estábamos solos en la Casa Provincial. Estábamos viendo las noticias, por TV. Marty me contó cómo había pasado el día conduciendo por Chicago con algunos de nuestros amigos de Puerto Rico, para enseñarles los lugares turísticos. Compartimos un bocadillo de rosbif. Entonces Marty dijo que se iría a su habitación para echar un vistazo a la homilía de la Misa del día siguiente en la parroquia del Buen Pastor.  Yo fui el último en ver a Marty vivo.

 

El domingo por la mañana, después de mi primera Misa en Melrose Park, dos claretianos vinieron inesperadamente a llevarme a casa, a la Casa Provincial. De camino me enteré de que Marty había pasado a mejor vida. Al no llegar Marty a tiempo para su Misa asignada en la Parroquia del Buen Pastor, el párroco llamó para ver qué había pasado. A Marty lo encontraron muerto en la ducha.

 

Aquel fue quizás el peor día de mi vida. Tuve que informar a su familia y a sus amigos íntimos que nuestro querido Marty ya no estaba entre nosotros.

 

La Misa de Funeral tuvo lugar el jueves, 19 de septiembre, en la Iglesia de San Edmundo en Oak Park. El Superior General de los Claretianos, P. Aquilino Bocos, vino expresamente de Roma. Claretianos y amigos llegaron también desde otros estados y países. Hubo una gran representación de la CTU y de muchos grupos con los que Marty se había asociado. El obispo claretiano Plácido Rodríguez, viejo amigo y compañero de Marty, celebró la Eucaristía, presidida por el obispo auxiliar de Chicago, John Manz. Yo mismo prediqué la que para mí fue seguramente la homilía más difícil y sentida de mi vida. Traté de enumerar las diferentes fases y actividades de la vida de Marty y mostrar cómo habían estado motivadas por sus ideales cristianos y claretianos, por lo que estábamos agradecidos a Dios. El largo cortejo funeral serpenteó por Chicago hasta llegar a la parcela claretiana en el Cementerio Reina del Cielo (Queen of Heaven) en Hillside, donde Marty se juntó a sus hermanos de la Provincia del Este que esperan la resurrección.

 

Homenajes

 

Después de su muerte, Marty fue elogiado por mucha gente asociada con él en alguno o en varios de los numerosos programas religiosos, educativos y de justicia social en los que estaba involucrado.

 

Tom McGrath, en aquel momento director editorial ejecutivo de Publicaciones Claretianas, incluyendo la revista U.S. Catholic, de la que Marty era editor colaborador, dijo que “Marty desplegó una inquebrantable confianza en la bondad de la vida. Cuando le llevábamos nuestras cuestiones, nuestras preocupaciones e inquietudes, nuestros temores, su respuesta revelaba siempre la profunda fe que tenía en la bondad de Dios. También tenía una fe profunda en la capacidad del hombre para la bondad. Él veía lo bueno en las cosas; veía las posibilidades que abría para sí mismo su maravillosa curiosidad acerca del mundo, cómo funcionan las cosas, qué había de suceder después, qué se escondía en el siguiente horizonte. Nos dio ánimo para confrontar el futuro, para intentar cosas que de otro modo no hubiéramos intentado. En vez de exhortarte precaución, te hacía sentir que eras capaz de llevar a cabo un trabajo bueno e importante”.

 

Sharon Rice escribió: “Mi sentimiento de pérdida es superado con creces por este sentimiento de admiración, asombro y alegría al considerar la vida de Marty. Era tan semejante a Cristo, pasando el rato con nosotros, gente sencilla, compartiendo pan y vino, amor y risas, y viviendo siempre esa vida increíblemente rebosante de espíritu. Marty me ayudó a superar las percepciones infantiles de un Dios rey y juez, y alimentó en mí una imagen de Cristo a quien le encantaba juntarse con sus amigos en comidas, bebida y risas. Me parece que eso es lo que Marty nos dio a todos nosotros, la oportunidad de experimentar el amor de Dios en momentos de comunión y de comunidad. Nos ayudó a ver que los acontecimientos de cada día podían ser realmente sacramentales. ¡Ayudar a una persona a llegar a conocer a este Cristo humano, cariñoso, es algo grande! Marty abrió esa puerta a un número incontable de gente”.

 

Y continúa: “Sin embargo este hombre brillante era tan ordinario como cualquier hombre que puedas encontrar en la calle. Esto es lo que aparecía tan extraordinario y sorprendente en él. Nadie hubiera adivinado lo extraordinario que era, ya que era tan amable y sin pretensiones…, y tan realista. Y siempre con un destello, siempre con aquel brillo y centelleo en sus ojos verdes y en su voz”.

 

Inmediatamente después de la muerte de Marty, recibimos más de treinta mensajes en correo electrónico de alrededor del mundo, que expresaban a los claretianos sentimientos de pésame por su pérdida. Estos mensajes procedieron de Italia, España, Reino Unido, Filipinas y América del Sur.

 

El 18 de septiembre el P. Michael Fewell, Superior Mayor de la Provincia del Reino Unido y de Irlanda escribió lo siguiente: “Deseo expresar mi total solidaridad contigo y mi absoluto sentimiento de perplejidad y de confusión por la muerte de Marty. Estuvo con nosotros aquí hace escasamente cuatro meses, ayudándonos a llegar a aceptar la igualmente trágica muerte del P. Michael Mahon, cmf., y a enfrentar algunos de los más difíciles aspectos de nuestro futuro. Él lo hizo con objetividad consumada, realismo, optimismo, buen humor y sentido de reto. Pero claro, eso es exactamente lo que habíamos esperado de Marty y por lo que queríamos que volviera, para ayudarnos una y otra vez. Habrá muy pocos en nuestra Provincia que no sientan profundamente el dolor de su partida”.

 

Michael sigue diciendo: “Marty era un aventurero del espíritu, un hombre que, como John Henry Newman, sabía que “crecer es cambiar; y ser perfecto es haber cambiado con frecuencia”. Sus considerables dotes intelectuales las ponía siempre al servicio del crecimiento, riqueza y desarrollo de sus hermanos y hermanas. Era un hombre con visión de futuro. Poseía un conocimiento, afecto y lealtad extraños por sus hermanos claretianos. En cuanto a su relación con la Iglesia, pienso que nunca perdió él el tacto común de los fieles y la perspectiva de la persona ordinaria sentada en el banco del templo. Como a sacerdote le vi como uno a los que el Señor, con toda certeza aunque de modo implícito, alabó por querer siempre “alzar las cargas pesadas de los hombros de la gente”. Creo que recordaré siempre al Marty que vivió su vida a tope, siguiendo a Aquél que dijo: “He venido para que tengáis vida y la tengáis en abundancia”.

 

Desde la Casa Madre de la Sociedad de las “Hermanas Auxiliadoras”, en París, Sor Joan Granzeier dio el pésame en nombre de las muchas Auxiliadoras que habían conocido a Marty allí y en muchos otros países. Concluye así: “Marty era un hombre maravilloso, un sacerdote dotado y cariñoso, un amigo para tantas de nosotras, un verdadero regalo para las Auxiliadoras”.

 

Cuando Rita Andrés y su familia vino de St. Louis para el velatorio y funeral, se quedó asombrada de cómo muchos le dijeron: “Marty fue mi mejor amigo”.

 

Frank Ferrante, de la Provincia Claretiana del Oeste, recuerda: “Hace años, cuando yo era sacerdote joven en el Gobierno Provincial, pregunté a Marty cómo se mantenía tan esperanzado y optimista acerca del futuro de nuestra Provincia, cuando tantos buenos claretianos, por un motivo u otro, dejaban la Congregación. Nuestra Provincia había perdido algunos buenos miembros y esto me afectaba profundamente. Recuerdo muy bien la respuesta de Marty: ‘Claret comenzó con sólo cinco hombres, y mientras haya unos pocos tíos estupendos a mi alrededor que quieran servir a los otros y ayudar a cumplir nuestra misión como claretianos, soy feliz como claretiano’. Para mí Marty era un hombre de esperanza. Me inspiró a hacer lo mejor que yo pudiera, teniendo en cuenta nuestras realidades humanas y claretianas”.

 

Frank continúa: “El profesionalismo de Marty, equilibrado con un amor a la vida, es también algo que significó mucho para mí. Recuerdo cuando estuve con Marty en un Capítulo General de los claretianos. Sus aportaciones perspicaces y su conocimiento de las realidades de la vida de la Iglesia se hacían evidentes siempre que participaba en el Capítulo. Y además, durante los recesos o en alguna noche fuera, el deseo y aprecio de pasarlo bien era también tan evidente. Paseando o yendo de excursión o de visita turística, parándose, claro está, para tomar un esporádico “gelato affogato”, le producía a él y a sus acompañantes un sentido de alegría. Su profesionalismo y su amor por la vida eran también muy evidentes en las reuniones de la Provincia y en su extenso ministerio en favor del pueblo de Dios”.

 

En Memoria

 

En 1997 los claretianos de la Provincia del Este dieron una donación de 250.000.00 US$ a la Unión Teológica Católica “para establecer un fondo de becas en memoria de Martin Kirk, cmf. El fondo otorga becas para el programa Oscar Romero, que ofrece becas completas a laicos hispanos, hombres y mujeres, que se comprometan a trabajar como ministros en las comunidades cristianas de la archidiócesis de Chicago. El P. Kirk quería mucho a la comunidad hispana de Chicago, con la que estaba asociado de mucho tiempo”. Nuestro veterano claretiano P. Sevy López nos recuerda: “Marty mostró especial atención por los inmigrantes y se hizo amigo de numerosas familias que se esforzaban por conseguir residencia legal en este país”.

 

El 22 de octubre del 2007, la “Corporación de Varias Creencias para el Desarrollo de Viviendas” (Interfaith Housing Development Corporation) y los Asociados Claretianos inauguraron “Casa Kirk”, un complejo de cinco edificios de apartamentos de seis pisos cada uno. El alcalde Richard M. Daley y otros dignatarios hablaron en la celebración. La placa de dedicación reza así: “Casa Kirk recibe su nombre en memoria del Rev. Martin J. Kirk, cmf., sacerdote claretiano y fundador de los Asociados Claretianos. Se dedicó a la revitalización y unidad de Chicago Sur”. Casa Kirk ofrece apartamentos de alquiler a precio asequible para gente con necesidades especiales.

 

Conclusión

 

Pocos días después de participar en el funeral de Marty, nuestro Superior General, P. Aquilino Bocos, cmf., nos envió una carta muy cordial y valiosa, de la que entresacamos sus primeros párrafos.

 

                Querido P. Ted y Hermanos de USA East:

            Al regresar a Roma, después de haber estado con vosotros estos días, os envío estas líneas con las que quiero expresaros, una vez más, el pésame por la muerte de nuestro querido P. Martin Kirk. Todos nos hemos sentido conmocionados por este acontecimiento, que, aun vivido en fe y esperanza, no deja de seguir golpeándonos en lo más profundo de nuestro corazón. Estoy seguro de que, por largo tiempo, seguiremos lamentando la ausencia de Martin por todo lo que su vida significó para esa Provincia, para la Congregación entera y para la Iglesia en los EE.UU.

            Confiamos en que el Señor y la Madre de la Congregación habrán ya acogido y premiado la vida de este siervo bueno y fiel. Seguimos unidos en la oración para que su memoria nos descubra el camino y la luz en que ya habita para siempre.        

            Ha sido para todos, motivo de satisfacción comprobar las muchas muestras de reconocimiento y afecto hacia la persona de Martin. Pudimos apreciar que era muy querido como hombre sencillo, cordial, disponible y esperanzador; como claretiano que sintonizaba con todo lo nuevo en la vida de la Congregación y se interesaba por todas las iniciativas misioneras; como sacerdote y consejero que sabía estar atento a las necesidades de quienes necesitaban su paciente escucha y su palabra oportuna; como hombre de gobierno y de consejo para cuestiones difíciles y de transcendencia en la vida de la Congregación y de la Iglesia. Por esta vida tan rica, tan llena de humanidad y de sabiduría, de tanta luz y de tanta paz, debemos dar gracias a Dios. La vida de Martin va a quedar como un punto de referencia por muchos años para indicarnos el ideal de vida al que aspiramos.