El año 2015 se celebraba el 125 aniversario de la muerte del escultor Salvador Páramo. Con ese motivo se ponía en circulación un sello conmemorativo. En dicho sello podemos ver al escultor y al lado un Cristo con esta inscripción: CRISTO DE PÁRAMO CONFUNDIDO COMO DE A. CANO EN LA IGLESIA DE SANTA ISABEL (ANTÓN MARTÍN) H 1936. FOTOGRAFÍA DE 1913 (MILENARIO EDICTO DE MILÁN)
Pocos saben que ese Cristo lo hizo esculpir San Antonio María Claret cuando era Rector de la iglesia-hospital de Montserrat, situados ambos en la Plaza de Antón Martín de Madrid. Pero vayamos despacio.
Salvador Páramo y López nació en Madrid 1928 y murió en 1890. Fue pintor y escultor especializado en imágenes religiosas. Gran parte de su obra desapareció en la guerra civil de 1936. Era conocido como el “último imaginero madrileño”. Nació en la calle de Santa Isabel, muy cerca de la Plaza de Antón Martín, residencia de Claret desde 1859 a 1868. Se formó en la Academia de Bellas Artes de San Fernando y aprendió en la escuela del maestro Mariano Bellver padre. El Museo del Prado conserva de este autor una copia de la obra Ruinas con san Pablo predicando, de Giovanni Paolo Panini, que también es propiedad del Museo. Se conoce documentación de al menos otras tres obras del mismo autor, que representaban La Virgen, santa Ana y el Niño en una guirnalda, Dos figuras alegóricas en una guirnalda de flores y frutas, y Personajes conversando en unas ruinas clásicas.
Elías Tormo en su libro Las Iglesias del Antiguo Madrid[1] dice así describiendo el interior de la iglesia de Santa Isabel: “Llevando siempre la vuelta por la izquierda, la imagen del Crucifijo, tan “eruditamente” publicado por obra de Alonso Cano y de reciente en Alemania como obra de su discípulo José de Mora, es la obra maestra de Salvador Páramo, encargada por el P. Claret, bajo Isabel II, para el Montserrat-hospital de la Corona de Aragón (a la Plaza de Antón Martín)”.
Efectivamente sabemos que el día 29 de noviembre de 1864 Salvador Páramo finalizaba el Cristo encargado por Claret para su pequeña iglesia de Montserrat. Así lo narraba el periódico El Pensamiento Español: “El acreditado escultor D. Salvador Páramo acaba de terminar un crucifijo de tamaño natural, mandado hacer por el Ecmo. señor D. Antonio María Claret, cuyo Crucifijo será colocado en la Capilla de San José de la iglesia de Montserrat. Esta obra por la perfección con que está concluida revela el talento artístico de su autor. Las obras de pintura que esta concluyendo el hermano de este escultor, D. Remigio Páramo, en el camarín de la imagen de Nª. Sª. de Monserrat también son dignas del mayor elogio”[2].
Nada
mejor que la imagen de un Cristo crucificado para desahogar las amarguras de
aquel corazón herido y cansado. Ante él seguramente escribió el P. Claret el 12
de diciembre una Carta Abierta que no
sería publicada hasta después de su muerte y que reflejaba su profundo
sufrimiento interior de aquellos días. Recogemos aquí los párrafos más
emotivos: “Hay tiempo de callar y tiempo de hablar dice Salomón, hasta
aquí he callado; pero al ver que mi silencio es causa de que algunos sean
engañados, hablaré brevemente, porque la verdad pocas palabras necesita; y como
mi divino maestro hablaré, no para defenderme, sino para dar testimonio de la
verdad”, así comenzaba y seguía contando su verdadera vida, que había sido
totalmente tergiversada en la prensa. Y continuaba: “Jamás me he metido en
política…Yo lo que debo hacer y hago con todas mis fuerzas…es que S.M. sea
una buena Cristiana, una buena Reina…y si algunos hombres han hablado o
escrito contra mi conducta, son los que se hallan en regiones muy bajas q. no
saben lo que se dicen; y a estos no hay más que encomendarles a Dios como hizo
Jesús desde la Cruz. Como se han formado la idea, aunque errónea, de que yo les
impido el escalar el poder y satisfacer su ambición, todos los tiros han
dirigido contra mí, no han perdonado medio ni diligencia, todo lo han puesto en
movimiento, han calumniado mi persona, han acriminado mi conducta; han falseado
mis escritos, yo he visto con mis propios ojos y he tenido en mis manos
impresos con el mismo título que he dado a luz, que yo jamás he escrito; ellos
han echado mano de fotografías las más repugnantes y de otras cosas que la
pluma se resiste a escribirlas… Esta es vuestra hora y el poder de las
tinieblas”[3].
El convento de Santa Isabel fue el primero en Madrid de las monjas agustinas. Está situado en la calle de Santa Isabel y fueron instaladas allí por la reina Doña Margarita y Felipe III en 1610, en un magnífico palacio o casa de campo del famoso Antonio Pérez, ministro de Felipe II. A la vez se fundó un colegio de niñas, llevado por las mismas monjas. En la iglesia, de Francisco Mora, se conservaba un lienzo de la Inmaculada de José de Ribera, entre otros. En los años de la presencia de Claret en Madrid este convento estaba ocupado por las Madres Escolapias, a las que fue entregado en 1863, siendo recuperado después por las religiosas agustinas recoletas, que actualmente lo habitan con un pequeño colegio. Todos los retablos se perdieron en la quema de conventos de 1936, entre ellos el Cristo de Salvador Páramo. Junto al Hospital de Montserrat, situado en la Plaza de Antón Martín, se construyó en 1778 la pequeña iglesia. Claret fue nombrado Protector de la iglesia-hospital el 8 de marzo de 1859, ambos en estado de abandono. En ambos tuvo que invertir su propio dinero hasta poder reabrir la iglesia el 8 de diciembre de ese año. El año 1871 se abandonaba el conjunto tras la revolución de 1868 y poco después era derribado para ensanchar la plaza de Antón Martín. |
[1] Las Iglesias del Antiguo Madrid, Instituto de España, 1985, pg. 225.
[2] El Pensamiento Español, 29 noviembre 1864.
[3] EC II, pg. 831.836.