San Felipe Neri

SAN FELIPE NERI

EN LA VIDA DE SAN ANTONIO MARÍA CLARET

 

Por Jesús María ALDAY, CMF

 

Fue durante un verano. Antonio Claret era un joven seminarista en Vic. Sería su confesor y director espiritual el P. Bach, quien le aconsejaría la lectura de una biografía de San Felipe Neri. Y le daría la del P. Conciencia. O tal vez, fue el mismo Claret que, tocado por algo más que por la simple curiosidad, quería conocer e imitar a quien tantas veces habia oído hablar y contemplar en la iglesia de los Padres Oratorianos vicenses. Así nos lo cuenta el mismo P. Claret en su Autobiografía (n. 317):

“Estas dos palabras, Virgen y Madre, las puse [en la popularísima

oración compuesta por Claret” ¡Oh Virgen y Madre de Dios!]

porque me acordaba al escribirlas que, cuando era estudiante, en un

verano leía la vida de San Felipe Neri escrita por el P. Conciencia,

en dos tomos en 4o, que decía que el Santo gustaba mucho de que

se juntasen siempre estas dos palabras, Virgen y Madre de Dios, y

que con ellas se honra mucho y se obliga a María Santísima. Las

demás palabras son una consagración que se hace a la Señora”.

Por eso, en la lista de los Santos que más le movían no podía faltar San Felipe Neri:

“Leía con mucha frecuencia la vida de los Santos que se han distin-

guido por su celo por la salvación de las almas, y he experimenta-

do que me produce muy buenos efectos, porque me digo aquellas

palabras de San Agustín: “Tu non eris sicut isti et istae? ¿Tú no

serás, tú no trabajarás para la salvación de las almas como trabaja-

ron éstos y éstas?”. Las vidas de los Santos que más me mueven

son las siguientes: Santo Domingo [de Guzmán], San Francisco de

Asís, San Antonio de Padua, San Juan Nepomuceno, San Vicente

Ferrer, San Bernardino de Sena, Santo Tomás de Villanueva, San

Ignacio de Loyola, San Felipe Neri…”.

El capítulo XVI de su Autobiografía, titulado “De algunas particulares devociones”, presenta unas Letanías y peticiones que tal vez las rezaba como acción de gracias después de la Misa. En ellas encontramos una invocación a San Felipe Neri, precedida de otra al también oratoriano beato Sebastián Valfré (para Claret era ya santo, lo escribe con B, y simplemente “S. Sebastiane Bal.”. Siendo arzobispo de Cuba, durante el año 1853 se leyó en la comida la vida de este beato, escrita por su amigo D. Jaime Soler, titulada “Compendio de la vida del beato Sebastián Valfré, sacerdote de la Congregación de San Felipe Neri, extractado del italiano”, Igualada 1835. Sabemos, además, que siendo arzobispo y confesor de la reina Isabel II, ingresó como simple hermano en la “Escuela de Cristo”, asociación de perfección para sacerdotes y seglares, inspirada por San Felipe Neri, calificándola de “Arca de Noé”, dirigiendo sus ejercicios reglamentarios en reiteradas ocasiones y momentos de postración, adoctrinando con ejemplo y vida santa a sus miembros.