Pedro Naudó Cassi, presbítero, amigo y colaborador de Claret

Pedro Buenaventura José Naudó nació el 2 de enero de 1801 (el “12 Nivoso”, según el calendario napoleónico) en Enveitg, pueblo de la comarca de Prades, de la Alta Cerdaña. La zona había sido española hasta que, por el Tratado de los Pirineos (1659), pasó a pertenecer a Francia. Como región natural y cultural, la zona era entonces totalmente catalana.

Estudió en el colegio que tenían los dominicos en Puigcerdá, donde probablemente inició ya la carrera eclesiástica. Pero ya en su juventud (lo más tarde en 1822) se trasladó a Barcelona junto con su hermano José. Vivieron en pisos contiguos en la Calle de la Leona. Reposan en el mismo nicho del cementerio del Este o Cementiri Vell de la gran urbe

En 1824 ya tiene el Beneficio en la basílica de Santa María del Mar, que quizá le fue conferido al recibir la tonsura. En abril de 1825, al solicitar las órdenes menores (que recibirá el 27 de mayo), acepta la “obligación de ir por Vicario” de la célebre iglesia. El 28 del mismo mes de mayo recibe el subdiaconado, el 24 de septiembre el diaconado. Finalmente, el 11 de marzo de 1826 es ordenado de  presbítero, y canta su primera misa en Santa María del Mar. Morirá siendo vicedecano del cabildo de dicha iglesia.

Se distinguió como hábil defensor de la iglesia de Sta. María del Mar para que no fuera víctima de los bombardeos de 1842; y cuando, entre septiembre y diciembre del mismo año, la iglesia estuvo inhabilitada para el culto, consiguió evitar su profanación. De 1866 a 1868 fue cura Ecónomo de dicha iglesia.

Entre sus acciones pastorales cabe destacar la introducción de la costumbre de celebrar el Mes de María, devoción que había surgido en Italia a comienzos del siglo XVIII. Se tenía predicación diaria. Por un opúsculo de historia de la devoción mariana nos consta que en 1844 la predicación corrió a cargo “del Rev. D. Antonio María Claret y Clará, después arzobispo de Santiago de Cuba”, en 1846 a cargo del Rvdo. D. Esteban Sala, en 1862 “Santa Misión a cargo de los Padres Misioneros de la villa de Gracia”, en 1879 un Padre Misionero del Inmaculado corazón de María, en 1884 los diez primeros días el Rvdo. P. Pedro Mulleras, en 1886 el Rdo. P. Diego Gavín. Ello nos habla, por tanto, de la pronta y duradera relación de D. Pedro Naudó con el P. Claret y sus Misioneros. En 1847 implantó en la misma basílica la cofradía llamada Corte de María.

No es posible saber en qué momento comenzó el trato de Naudó con Claret; con toda seguridad no más tarde del año 1844, en que Claret predica el mes de mayo en Santa María del Mar (y componen en su honor un librito-romance); y le conoce como líder de un grupo de Misioneros, pues a propósito de la predicación del mes de mayo por el P. Sala en 1846, decía el periódico La Esperanza: “ha predicado D. Esteban Sala, presbítero individuo de la sociedad que tiene establecida en Vich el R.P y predicador apostólico D. Antonio Claret; cuyos socios se obligan a ir a predicar donde el Sr. Vicario General de Vich disponga, sin recibir estipendio alguno”.

Un hecho de especial destacable de la familiaridad de D. Pedro Naudó  con el misionero Claret es la participación del primero en los ejercicios espirituales con que Claret da comienzo a su Congregación de Misioneros en Vic el 16 de julio de 1849. Naudó nunca perteneció a dicha Congregación; pero esta asistencia, al igual que la del oratoriano Pedro Bach, a los ejercicios fundacionales nos habla de una especial cercanía a la misma y a su fundador.

Mn. Pedro Naudó será fiel y duradero colaborador de Claret sobre todo como administrador de la Librería Religiosa. Cuando la Editorial aún está en ciernes, en 1846, Claret incluye ya a Naudó entre sus amigos y colaboradores en la “Hermandad espiritual de los libros buenos”, y le consulta sobre algunas publicaciones (cf. EC I, p. 178 y 181). Naudó es además conocido por entonces del canónigo Caixal, íntimo colaborador de Claret en la fundación de Librería Religiosa. Será inicialmente el fiel “recadista” de Claret y Caixal  para llevar manuscritos a la imprenta y tener la economía al día.

Una vez fundada la Librería Religiosa (1848), Naudó se encarga habitualmente de  agilizar los envíos (EC I, p. 309) y de cuanto tenga que ver con la administración. Estando ya Claret en Cuba, será Naudó quien le envíe constantemente grandes cantidades de libros, para repartir en las misiones y aun para textos del seminario (EC I, p. 540). Junto con ello, le confía otras tareas administrativas, incluida la de que encargue al sastre dos nuevos juegos de capisayos episcopales, ya que, en Cuba, “con el sudor y polvo, todo se echa a perder”. Respecto de la marcha de la Librería, Claret toma a veces a Naudó como intermediario que influya en quienes la dirigen (Caixal, Riu, etc), manifestándole confidencialmente que éstos “no tienen el mismo espíritu que me inspiró a mí cuando la fundé” (EC I, p. 1213).  De él, en cambio, dirá a Caixal, que “es inmejorable para esto” (EC II, p. 1141). Su amor a esta empresa apostólica le llevó, en 1872, a poner sus bienes a disposición de la Librería para saldar las deudas que amenazaban a la supervivencia de la misma.

Tanto desde la lejana Cuba como desde Madrid, Claret y sus colaboradores saben que cuentan con D. Pedro para todo tipo de compras y trámites en Barcelona.  En 1852 le piden que envíe a Cuba “hasta 50 o 60 gruesas (¡unas 9000 unidades!) de rosarios de fusteta fina” (EpCurr), varios ejemplares de la biblia de Torres Amat y algunos libros más, para lo cual le giran buenas sumas de dinero. En ese mismo año, a través de Naudó, envía Claret estipendios de misas a sus Misioneros de Vic. Y en el futuro los encargos se irán sucediendo: de libros, de ornamentos sagrados, imágenes… Cuando Claret imprima en Cuba su primera Carta Pastoral, se enviará a Naudó un buen número de ejemplares para que él los distribuya a personas “que usted conozca haber particular amistad” con el autor, en Barcelona, Tarragona, Vic… Naudó sabe cuál es el círculo de adeptos a Claret. Y ellos saben de esta familiaridad, pues, en noviembre de 1859, Currius le pide: “espero de la bondad de V y por lo mucho que quiere al Sr. Claret, en los ratos que tenga algo menos ocupados escribirá una biografía tan minuciosa como pueda y sepa del Excmo. Sr. Claret” (EpCurr, carta 568).

Estando ya Claret de confesor real, sus rentas de dimisionario de Cuba, al igual que las pertenencias personales del arzobispo, son enviadas desde allí a D. Pedro Naudó (EC I, p. 1348ss y 1366), al que el arzobispo designa como “encargado de mis intereses” (EC I, p. 1785). Naudó es el pequeño “banco” de Claret en Barcelona, a través del cual envía dinero a Claretianos y Claretianas para ampliación de inmuebles, proporciona libros gratuitos, etc. (EC II, p. 1261 y 1299). 

De 1861 a 1868, siendo el P. Claret  presidente del Escorial, D. Paladio Currius será el encargado de todo tipo de compras, especialmente para la sacristía y la nueva biblioteca del monasterio, pero también para el equipamiento de habitaciones y aulas del seminario y colegio. Gran parte de dichas adquisiciones las realiza en Barcelona y siempre a través de Naudó, al que encontramos comprando desde ornamentos y libros litúrgicos hasta colchas y cortinas para las habitaciones que progresivamente se van amueblando. Mn. Naudó tiene permanentemente un fondo económico del Escorial para atender a cuanto de allí le pidan.

Cuando Claret esté en el exilio francés, Naudó se pone a su entera disposición para aliviar sus penurias económicas: “… que se digne disponer de mi pobre persona y de todo lo mío; si le faltan intereses, sírvase librar contra mí, o dígnese decirme a quién y en dónde quiere que le envíe por medio de ‘Letras’, pues no faltan en ésta comerciantes españoles y franceses que me servirán” (EpPas III, p. 325 y EC II, p. 1309).

En cuanto hasta el presente se conoce, la última carta escrita por S. Antonio Mª Claret (16 de septiembre de 1870) fue dirigida, desde Fontfroide, a D. Pedro Naudó, que por entonces debía de encontrarse en su pueblo natal de Enveitg y en contacto con los Misioneros desterrados en Prades. Claret desea salir de Fontfroide de incógnito antes de que D. Pedro se vuelva a España, e ir a Prades para tener un encuentro con él y con los Misioneros y poder “hablar de nuestras cosas”. Es decir, “las cosas” del Sr. Naudó se identificaban con las de Claret y las de sus Misioneros.

D. Pedro Naudó fue un hombre de iglesia. No sólo apoyó generosamente las grandes empresas apostólicas claretianas. Se conocen diligencias realizadas por él a favor de las Clarisas de la Providencia para que pudiesen ampliar su colegio de la Ciudad Condal; fue vocal de la Junta de la Sociedad Catequística de Barcelona, y, desde la Corte de María, prestó un apoyo muy especial a la misión benedictina de Nueva Holanda (Australia), recogiendo para ella abundantes limosnas y respaldándola espiritualmente con sus oraciones y cultos; los dos obispos benedictinos dirigentes de la misma, D. José Benito Serra y D. Rosendo Salvado, bien conocidos en la historia claretiana, dedican en las Memorias de la Misión grandes elogios a D. Pedro Naudó y a la archicofradía.

La salud de Mn. Naudó comenzó a resentirse hacia 1869. El 24 de abril de 1872, ya impedido, presenta a la autoridad diocesana de Barcelona un breve pontificio, firmado en 1869, por el que se le permite celebrar la eucaristía en su oratorio privado. Falleció el 4 de marzo de 1882. El Correo Catalán le dedicó una sentida nota necrológica en la que afirma que “su amor a la parroquia le había impedido aceptar elevadas dignidades que se le ofrecieron, pero que le habrían elevado a separarse de la misma. Cuantas personas le habían tratado y conocido su ilustración y celo religioso, llevado del cual había fundado en esta ciudad muchas obras piadosas y benéficas, sentirán su muerte”.

Bibliografía: MANUEL CASANOVAS CMF,  Mn. Pere Naudó (1801-1882). Datos para una biografía, en Arxiu Claret II (1989) 268-275; 297-302; III (1990) 21-32.

Severiano Blanco Pacheco, CMF