JOSEFA CLARÁ

JOSEFA CLARÁ, MADRE DE S.A.M. CLARET

 

            La personalidad de la madre de San Antonio M. Claret, en la historiografía del Santo, ocupa un lugar muy inferior al que le corresponde. Es una injusticia de que son culpables los historiógrafos; pues Josefa Clará, dentro siempre de su condición, merece ser puesta en lugar de honor de madre y educadora de un Santo y Apóstol. A la vez hay que salir en defensa de la virtud humana y cristiana del Santo, que practicó los deberes de amor filial.

 

SU VERDADERO NOMBRE. Josefa Clará y Rodoreda.

            El párroco que en 1870 lo era de Sallent, dando noticia de la familia de Claret, afirmó que su madre, Josefa Clará, que murió de apoplejía a la edad de 68 años, a 26 de octubre de 1842, fue hija de Juan Clará, labrador de ésta, y de Ángela Riera, de Balsareny. De ser cierta esta última parte de la noticia, el apellido de Josefa debiera ser Clará y Riera.

            Pero se equivocó el párroco. La madre de Josefa no fue “Ángela”  sino Mariana Rodoreda. Un documento fehaciente es el de capítulos matrimoniales de los padres de Antonio, escriturados por el notario Esteve Ferrusola y Marcer:…  “Se concierta matrimonio de  Juan Claret y Xambó…  con Josefa, su mujer, que antes del contrato del presente matrimonio era doncella, hija legítima y natural de Juan Clará, labrador de la expresada Villa, y de María Anna Clará y Rodoreda”.

            Téngase presente la costumbre de aquel tiempo y región, según la cual la mujer al casarse adoptaba por primer apellido el del varón, dejando el propio familiar en segundo lugar: Mará Anna Clará y Rodoreda, antes de casarse fue María Anna Rodoreda y Ferris, según se deduce del testamento de su suegro Joan Clará y Mas.

Josefa Clará nació hacia 1774; tuvo dos hermanos y tres hermanas que llegaron a edad adulta. Casó con Juan Claret hacia 1799, a los 25 años de edad. A fines del 1807 dio a luz Antonio.

 

MADRE FECUNDA

            Antonio Claret, en los años de su Economato de la Parroquia de Sallent, tuvo a la vista el libro sacramental de bautismos: le fue posible y fácil formar la lista de los hermanos apuntando el orden y año de nacimiento. Esta lista está reproducida en su Autobiografía, nº 6: “Fuimos once hermanos; seis varones y cinco hembras…”. Nacieron entre 1800 (Rosa) y 1823 (Manuel), una época marcada por guerras, revueltas y calamidades, tales como la Guerra de la Independencia y el Trienio Liberal iniciado por el pronunciamiento de Riego.

            Llegaron a edad adulta los hermanos Juan, Antonio, José y Manuel, y las hermanas Rosa y María. La madre crió a todos, a excepción de una niña que murió a poco de nacida. Y también a excepción de Antonio, al que no pudo amamantar por falta de salud (Aut nº 7).

 

EDUCADORA

            La educación es parte espiritual de la maternidad. No conocemos detalles destacados de esta acción educadora de Dñª Josefa. Pero podemos recoger algunas frases indicadoras:

-“Mis padres… casados, honrados y temerosos de Dios y muy devotos del Smo. Sacramento del Altar y de María santísima” (Aut 3).

-“En la obediencia y resignación me impusieron de tal manera que siempre estaba contento con lo que ellos hacían, disponían y me daban, tanto de vestido como de comida. No me acuerdo de haber dicho jamás: No quiero esto, quiero aquello; y estaba yo en esto tan bien acostumbrado, que después, cuando ya sacerdote, mi madre, que siempre me quiso mucho, me decía: Antonio ¿te gusta esto? Y yo le decía: Lo que usted me da siempre me gusta. –Pero siempre hay cosas que gustan más unas que otras.  –Las que usted me da me gustan más que todas. De modo que murió sin saber lo que materialmente me gusta más (Aut 29).

            El uso de pronombre “usted” nos indica que Antonio hablaba a su madre en catalán con el tratamiento de “Vos”, práctica común, al igual que la de besar la mano a los padres.

-En la práctica religiosa, de asistencia al culto en la iglesia, Antonio menciona la guía y compañía de su padre “devotísimo del Santísimo Sacramento (Aut 36, 37).

-En su infancia pasó Antonio por dos pruebas espirituales purificadoras por motivos psicológicos muy afines: María Santísima, la madre del cielo, y Josefa, la madre del hogar:  una a continuación de la otra. Fue un movimiento irracional de repulsión y blasfemia, que la causó “la mayor pena que he sufrido en la vida” (Aut 51). Respecto de su madre Josefa le vino “un odio, una aversión contra ella muy grande, y yo, para vencer aquella tentación, me esmeraba en tratarla con mucho cariño y humildad” (Aut 52). Encontró un confesor que le comprendió y orientó para salir de la crisis (cf. Ib.).

            De estas declaraciones de la Autobiografía extraemos la convicción de que Josefa Clará modeló bien el alma de su hijo; y de que existieron lazos de gran cariño y amor entre madre e hijo, que se amaban de verdad y con profundidad.

            Pero lo cierto es que no quedamos satisfechos. Desearíamos disponer de mayor cantidad de recuerdos, que dieran más realce a estas relaciones, que definieran los detalles de la educación que da la madre. Buscando la ampliación de nuestros conocimientos, es posible que alguno de los escritos publicados por el Santo nos puedan suministrar noticias, pues sabemos que en algunos opúsculos de adoctrinamiento, para dar mayor concreción a la teoría, Claret se sirve de modelos que reflejan vivencias personales. Un caso  notable es su descripción de la conducta de un joven modelo de virtud y devoción mariana.

            En el Proceso Informativo, sesiones 36 – 38, declaró María, Religiosa Carmelita de la Caridad, hermana del Santo. Recordando la vida en la familia pudo declarar cómo “su padre no consentía que ella dejara un solo día la Santa Misa”. Y, en referencia a su madre, dijo: “mi madre me había dicho que (a Antonio) en toda su vida no había tenido que reñirle”. 

 

CONTACTOS OCASIONALES

            A partir de 1825, en que Antonio se trasladó a Barcelona, y de 1829, en que, para cursar en el Seminario de Vic, se hospedó en casa del Beneficiado Mn. Fortià Bres, las relaciones entre Antonio y su madre se redujeron a ocasionales y cortas. Cuando Mn. Antón fue vicario y después párroco de Sallent, vivió separado de la casa paterna. Luego, en la época de Misionero ambulante diocesano, no faltaron visitas a los padres, pero los biógrafos e historiadores no han conservado noticias. Nos tenemos que conformar suponiendo que aquellas relaciones de la infancia continuaron en vigor.

 

¿ASISTIÓ Mn. ANTÓN CLARET A LA MUERTE DE SU MADRE?

            Ningún biógrafo ha recogido este hecho que debió de conmover el corazón fuertemente filial de Santo. Ni siquiera en la sucesión temporal de sus pasos han marcado la fecha en que Claret llora la muerte de su madre. Como muestra, el DIARIO de los acontecimientos de la biografía del Santo a lo largo del calendario, que compuso y editó el benemérito P. Juan Serra Fitó, desconoce la fecha de fallecimiento de Josefa Clará. Y tal omisión no se subsanó en la 2ª edición, revisada y ampliad, pero inédita, de la obra. Y sin embargo el hecho no era ignorado. Hoy día todavía podemos leer en el Libro de Defunciones del Juzgado de Sallent la partida de defunción de Josefa Clará. Dice así:

 

Año 1842. Nro. 95.

Sellent, a 25 de Octubre de 1842.- Hoy ha muerto Josefa Clará, natural de Sellent, provincia de Barcelona. De edad de sesenta y ocho años; su estado: casada; profesión: …. ; su enfermedad: feridura;  – Vivía en la travesía del Clos, nro. 5, cuarto principal – Se ha enterrado en el cementerio de Santa María de Sellent a veinte y seis de Octubre de 1842. – Padres: Juan Clará, de profesión labrador; pueblo de naturaleza: Sellent, provincia de Barcelona. –  María Ángela Riera; pueblo de naturaleza: Balsareny, provincia de Barcelona.

            Recuérdese cómo es erróneo que su madre fuera María Ángela Riera. También que a veces se escribe que Josefa murió el día 26. El presente certificado es más explícito al distinguir entre día de muerte (= 25); y día de entierro (= 26). Obsérvese que el nombre de la enfermedad mortal viene transcrito en catalán: “feridura”, que corresponde a apoplejía.

            Pero, ¿asistió Mn. Antón Claret a la enfermedad y entierro de la madre? Ningún documento ni biógrafo lo dice: lo desconocen. Pero tenemos motivos para suponer que el amor verdadero filial que le profesaba le llevó a cumplir con este deber de piedad. Mn. Antón Claret, a sus 34 años, reside como vicario en la parroquia de San Juan de Oló, desde mayo de aquel año 1842. Su actuación al frente de la parroquia, en sustitución del párroco, ha quedado registrada en los libros parroquiales que todavía se conservan; y el registro de bautismos contiene una partida de gran valor testimonial.  Traducimos:

Valdaure y Peypoch. – Día veinte y cuatro de Octubre del año 1842. En las fuentes bautismales de la Iglesia de San Juan de Oló, Obispado de Vic, fue solemnemente bautizado por el Rdo. Tomás Casas, presbítero, encargado interino de dicha parroquia, Juan José Isidro, nacido el día anterior, hijo legítimo y natural de Miguel Valldaure, …. etc….

            Son tres las partidas bautismales de la época en que Mn. Claret cuida de la parroquia; las tres están escritas de puño y letra de Claret; en las tres se hace constar expresamente el sacerdote bautizante. En el nuestro caso el bautizante es un Mosén “encargado interino”, es decir, un suplente ocasional del sacerdote encargado permanente de la parroquia como vicario, el Mn. Antón Claret que figura en las otras dos partidas.

            Todo indica que Mn. Antón Claret se ha buscado un suplente ocasional, que es Mn. Tomás Casas, para quedar él libre por un tiempo del cargo que la autoridad diocesana le ha encomendado. Y ¿para qué querría Mn. Claret desentenderse de la parroquia precisamente en los días inmediatos al 24 de octubre de 1842? La respuesta más razonable es girar la vista y los pasos hacia Sallent, donde su madre estaría agonizante, ya que dicho bautismo tuvo lugar el día anterior al de su fallecimiento; el hijo sacerdote cumplía con el deber de asistir a la enferma y luego el de la sepultura.

            Me parece que estamos delante de una certeza. Mn. Antón Claret asiste a su madre gravemente enferma y acompaña al padre y familia en el sepelio de la madre. Para él seguía siempre su madre, a quien había querido muchísimo… y le manifiesta su amor hasta la muerte. Y más allá.

            Un deseo: Hágase constar este hecho de las biografías claretianas.

 

Juan Sidera CMF

Arxiu Claret

Febrero 2012.