ABRIL

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1857. Predica a las Dominicas de Santa Catalina, de clausura, de La Habana.

1866. Hoy es domingo de Pascua. Claret ha celebrado la Semana Santa en El Escorial, como acostumbra: tres días de Ejercicios a los seminaristas y solemnes liturgias del triduo Pascual.

1869. Llega a Roma. Ya ha concluido sus obligaciones de confesor real y ahora se dedicará a preparativos del Concilio, predicaciones y escritos.

EL AUGE (1906-1922)

Breve estadística (1922)

El crecimiento del Instituto fue, sobre todo, de personal. En 1922 la Congregación contaba con 1.943 individuos (sin contar los 834 postulantes); entre ellos, 3 Obispos y un Prefecto Apostólico. Hasta entonces habían muerto 2 Obispos, 388 Padres, 244 Estudiantes y 283 Hermanos. En total 917 misioneros. Y existían 10 Provincias y Vice-Provincias, con 154 casas: Cataluña, Castilla, Bética, Chile, México, Brasil, Colombia, Argentina, Guinea y Estados Unidos. Fue trascendental –como ya había dispuesto el XII Capítulo General celebrado en ese mismo año- la resolución de abrir postulantados y noviciados en Chile, México, Brasil, Argentina, Colombia, Perú, Estados Unidos y Guinea. Ello permitió que, poco después, diversos organismos fueran elevados a Provincias. De esta manera se iba consolidando la expansión de la Congregación. 

 

Continúan las publicaciones. Van apareciendo numerosas hojas semanales y mensuales entre las que destacan: el semanario Iris de Paz; la revista quincenal La Ilustración del Clero; la revista mensual Commentarium pro Religiosis y El Misionero.

San Francisco Coll

Fundador (1812-1875)

Gombrén (Gerona, España). En 1822 se dirige al seminario de Vic como profeso de la Orden de Predicadores. Recibió la ordenación sacerdotal en Solsona en 1836. Se dedicó a la predicación fundamentalmente. Colaboró en la Hermandad apostólica que puso en marcha san Antonio María Claret. Fue nombrado por la Santa Sede Misionero Apostólico. A partir de 1850 el P. Coll fue nombrado por sus superiores dominicos Director de la Tercera Orden Dominicana en Cataluña. En Vic ejerció mucha influencia en la renovación y promoción de nuevas formas de vida religiosa, especialmente dominicana. Decidido a realizar su proyecto, con el consentimiento del Obispo de Vic y del Superior de la Orden, se une a siete jóvenes vocacionadas y el día 15 de agosto de 1856 nacía la Congregación de Hermanas Dominicas de la Anunciata. Fue canonizado en 2009. En varias cartas escritas por Claret al P. Coll podemos recabar datos de sus intervenciones inapreciables en la nueva fundación.

El cultivo de la humildad

Desde que pasé al Seminario de Vich para estudiar filosofía, empecé el examen particular de esta virtud de la humildad, que bien lo necesitaba, pues que en Barcelona, con los dibujos, máquinas y demás tonterías, se me había llenado la cabeza de vanidad, y, cuando oía que me alababan, mi corazón contaminado se complacía en aquellos elogios que me tributaban… (Aut 341). 

 

Muy claramente conocía que Dios Nuestro Señor me quería humilde y me ayudaba mucho para ello, pues me daba motivos de humillarme. En aquellos primeros años de misiones me veía muy perseguido por todas partes en común, y esto, a la verdad, es muy humillante. Me levantaban las más feas calumnias… (Aut 352).

 

Esto duraba hasta media misión, y en todas las poblaciones pasaba lo mismo; pero de media misión hasta al concluir cambiaba completamente. Entonces el diablo se valía del medio opuesto. Todos decían que era un santo, a fin de hacerme engreír y envanecer; pero Dios Nuestro Señor tenía buen cuidado de mí, y así en aquellos últimos días de la misión… me permitía una tristeza tan grande, que yo no puedo explicar sino diciendo que era la especial providencia de Dios… (Aut 353).

PARA LA REFLEXIÓN PERSONAL

 

  • ¿Procuras tener un conocimiento objetivo y una aceptación positiva de tus cualidades y de tus límites?
  • ¿Cómo respondes ante las posibles calumnias, difamaciones y murmuraciones en tu vida comunitaria y actividad apostólica?
  • ¿Cómo reaccionas frente a los elogios y felicitaciones por tu trabajo misionero?
  • ¿Qué le dirías a una persona que confunde la humildad con el autodesprecio y la intracrítica?
  • ¿Cómo se deben acoger los elogios y felicitaciones que se reciben?

 

“Yo conocía que el verdadero humilde debe ser como la piedra,
que, aunque se vea levantada a lo más alto del edificio,
siempre gravita hacia abajo”

(Aut 350).