EL P. CLARET EN CIUDADELA (MENORCA)

RETABLO DE LA IGLESIA DEL MONASTERIO DE SANTA CLARA

El retablo del monasterio de Santa Clara en Ciudadela nació con el deseo de embellecer el templo, pero con la intención de ser el “Retablo de la mirada”, un retablo cargado de pequeños simbolismos para hacer brotar en el que lo mira la alabanza a Dios. Cada cuadro contempla un hecho histórico que se entrelaza con la historia de Menorca y de las Hermanas de Santa Clara.El autor de la obra, realizada de 1989 a 1991, es el joven pintor Pedro Mesquida Mercadal, menorquín, pero en ella están presentes muchas horas de reflexión y diálogo de toda la comunidad de clarisas, que han querido ser partícipes de cada idea expresada en el retablo.

Mirando la parte inferior izquierda nos encontramos con la sorpresa ver representados en un cuadrante del retablo a tres santos relacionados por distintas cusas con Menorca: San Antonio Mª Claret, Santa Teresa Jornet y el Beato Francisco Palau. Sigamos atentamente la descripción que de este cuadro nos hace Rafael M. Oléo:

El cuadro

“Son los dos Santos y un Beato que han pasado por Menorca construyendo el Reino. Los tres están situados en un ambiente menorquín lleno de luz y cercados, de paredes sin argamasa, el sol naciente y el arco iris, símbolo de paz y alianza.

Tres jóvenes reconstruyen un muro derruido: los males de los hombres o los embates del tiempo se transforman en resurrección. Entre los cercados se insinúa un camino vecinal adornado de zarzas característico de Menorca, con el encanto y la poesía que sólo puede percibir quien ve más allá de la materia.

Hay también nueve ángeles. El número no es casual: representan los coros, “gradus ordinum” de la corte de que habla Santo Tomás de Aquino en la Suma Teológica: Tronos, Coros, Dominaciones, Principados, Potestades, Ángeles, Arcángeles, Querubines y Serafines.

San Antonio María Claret

Arzobispo de Camagüey -Cuba- vino a Menorca acompañando a la Reina Isabel II y su augusto esposo, en septiembre del año 1860. Un temporal hizo desviar las naves, que se dirigían a Mahón, hacia el puerto de Ciutadella.

La Reina con su séquito visitó el Monasterio.[1] Otro día, el Santo celebró la misa a las monjas y después le sirvieron el desayuno. Las clarisas aún conservan en el comedor la mesa en la que desayunó.[2]

Haciéndose eco de esta visita el Obispo Pascual escribía una carta a Sor Águeda de Jesús Anglada Alzina, datada el 3 de octubre de 1953, en la que decía: “Hoy es la fiesta de un santo que visitó este convento, o mejor digamos, la Comunidad de Clarisas. En este día, pues, las saludo y felicito. Seamos nosotros tan devotos de la Eucaristía que imitemos espiritualmente lo que por singular beneficio de Dios fue corporalmente el Santo de referencia pues Dios le concedió que la Sagrada Hostia sumida en un día durara incorrupta dentro de él hasta volver a comulgar el día siguiente. De este modo fue San Antonio Mª Claret un COPÓN VIVIENTE, que llevaba la Hostia reservada. Anoten VV.RR. ese nombre venerable en su convento para celebrarlo. Algo hay en este monasterio que ayuda a recordarlo. Les bendice”.

En el retablo San Antonio Mª Claret va vestido de morado episcopal, con un bastón en la mano, en actitud de proclamar la Palabra que lleva al camino de la vida: “Quien come de este pan vivirá eternamente”.[3]

Ciutadella le dedicó una calle y es titular de una parroquia de reciente creación”.


[1]. Una lápida, que está en el locutorio del Monasterio, nos recuerda la visita.

[2]. San Antonio Mª Claret se hospedó en la casa del Obispo donde hay una celda conocida como la del P. Claret. Visitó también el Seminario y regaló un ejemplar de su obra “El Colegial Instruido”a los seminaristas. Ciutadella le dedicó una calle y es titular de una parroquia de reciente creación.

[3]. Jn. 6,58.