CLARET, PRESIDENDE DEL MONASTERIO DE EL ESCORIAL

Un recuerdo con motivo de los 150 años

El Monasterio de El Escorial es uno de los lugares claretianos dentro del territorio de la Provincia de Santiago. Es nuestra responsabilidad, por tanto, avivar el rescoldo de los recuerdos de un lugar donde Claret quiso abrir la Congregación por primera vez fuera del ámbito catalán. Fue hace 150 años. Oigamos lo que escribía al P. Xifré el 12 de agosto de 1859, una semana después de su nombramiento oficial: “Si la casa de Barcelona (Gracia) no se hace yo creo que se podría poner allá (El Escorial), yo les entregaré las celdas que quieran para uds. y para ejercitantes; y no dudo que sería de grandísima utilidad y como está en el Centro de España se podría salir a Misiones en todas direcciones”.

Todo comenzó un 19 de septiembre de 1858 desayunando con la Reina Isabel II en la ciudad de Arévalo, de vuelta de un viaje al noroeste de España. Las comisiones representativas de la región habían dejado caer en la conversación el deplorable estado del Monasterio de El Escorial y la urgente necesidad de atender a su conservación. Inmediatamente la Reina pensó en su Confesor, el P. Claret. El decreto oficial de su nombramiento como Presidente llegaría el 5 de agosto de 1859. En aquel nombramiento se le indicaban los proyectos en los que debía centrarse: la reparación material del edificio, la creación de una Corporación de Eclesiásticos o Capellanes para la restauración espiritual del monasterio y un colegio de primera y segunda enseñanza. A estos encargos sumaría el P. Claret otros nuevos de su propia iniciativa como fueron el Seminario, el Coro de tiples y un Centro de Estudios Superiores.

Las temporadas del P. Claret en El Escorial no serían muchas. Su primera intención en lo que se refiere al desplazamiento a El Escorial la expresaba así: “Yo pienso irme allá algunas temporadas, sin dejar a Madrid, como solo dista 8 leguas y buena carretera es cosa de poco rato el ir y volver”. De hecho se solía desplazar dos o tres veces al año, con estancias breves y en ocasiones de un par de semanas. Aprovechaba con frecuencia la Semana Santa. Pero no hay que olvidar que también tuvo que visitar las fincas y bienes del monasterio, algunas de ellas en zonas tan alejadas como Extremadura.

Las primeras decisiones fueron en torno a la elección de sus colaboradores, que, como siempre, fueron de su absoluta confianza: Dionisio González, Paladio Curríus, Antonio Barjau, Antonio María Galdácano, Francisco de Asís Aguilar, etc. Con ellos trazó un plan de reforma material y espiritual del Monasterio, que llevaba abandonado más de 20 años últimamente, debido a la disolución definitiva de la orden de los Jerónimos. En el Escorial se encontraba aún uno de ellos manteniendo su presencia testimonial, el P. Jerónimo Pagés, colaborador también él del P. Claret en los primeros pasos.

La reforma material se ciñó a los aspectos más prácticos: plantación de árboles frutales, composición de órganos, compra de ornamentos y mobiliario, fuentes, gabinetes de estudio, nueva biblioteca, palomar, acueductos, molino, etc. Una de las decisiones más importantes fue la del traslado de los manuscritos a lugar seguro de incendios, situado en el sótano. De estas actuaciones se conservan algunas obras todavía, a pesar de que se ha procurado recuperar últimamente el estado original del monasterio y alrededores dejando únicamente lo que corresponde a la época de su construcción. Un caso llamativo es el haber respetado el palomar, una ingeniosa edificación con capacidad para unos 10.000 nidos.

Pero lo más importante fue la reforma de las instituciones propias del monasterio. A comenzar por la creación de una Corporación de Capellanes, en una época en que el clero era muy refractario a vivir en comunidad, aún los mismos jerónimos exclaustrados. No obstante, consiguió reunir hasta unos 20, la mayoría dignísimos a su parecer. Para ellos escribió el “Reglamento de la Comunidad de Capellanes Reales de San Lorenzo de El Escorial”, inspirado en gran parte en las Constituciones de sus Misioneros.

Otras de sus iniciativas fue la creación de un Seminario, para el que escribió el librito “El Colegial o Seminarista teórica y prácticamente instruido”, que tanta influencia tendría en los seminarios de la época y posteriores. La creación de este seminario le atrajo las iras del Cardenal de Toledo, D. Cirilo de Alameda, su predecesor en la archidiócesis de Santiago de Cuba y ex general de los Franciscanos, que no soportaba que nadie se inmiscuyera en sus competencias. A pesar de la delicadeza con que siempre obraba el P. Claret, no pudo obviar un conflicto que le hizo sufrir harto. Para los seminaristas también escribió el libro “Arte de Canto Eclesiástico para uso de los Seminarios”.

Otro proyecto de envergadura fue la creación del Colegio de segunda enseñanza y el primer ciclo de universidad. Para ellos contó con la ayuda inestimable de D. Dionisio González, su vicepresidente y director del colegio, a pesar de ser el P. Claret el director en la sombra. Este colegio fue otra de las fuentes de conflicto, pero esta vez con algunos políticos liberales que no estaban dispuestos a que este colegio se convirtiera en referencia para otros muchos en España. Esta iniciativa constituyó el germen del actual colegio de Alfonso XII y la Universidad María Cristina.

No paró aquí la capacidad de imaginación y trabajo del P. Claret. Quiso también recuperar el Coro de Tiples o Seises en número ideal de doce, que tanto brillo daría a la liturgia de la Basílica. Niños de corta edad, bien seleccionados y preparados, a los que se les enseñaba música y se les daba educación según su capacidad, facilitándoles los estudios en el colegio por medio de becas.

Ya hemos dejado constancia de algunas de las obras escritas por Claret en y para El Escorial. Pero todavía tenemos que añadir “Miscelánea Interesante”, que recoge lo que antes había escrito en “Apuntes que para su uso personal…”. En esta obra podemos ver una Guía del Monasterio de El Escorial y unas Reglas de los Clérigos seculares, donde curiosamente aparece dividida en dos partes la que podríamos llamar la “otra definición” de los Misioneros Claretianos, que completa a la ya conocida. Otras obras escritas aquí fueron “La vocación de los niños” y “Bálsamo eficaz”.

El 22 de junio de 1868 el P. Claret presentaba finalmente a la Reina su renuncia a la Presidencia del Monasterio debido a los momentos tan ingratos que tuvo que soportar y a los que se refería en carta a D. Dionisio González pocos días antes: “Luego hará 8 años, el 5 de agosto, que soy Presidente de El Escorial y son 8 años continuos de disgustos y pesares por todos lados, y lo peor es que no veo horizonte en ese mar de penas (…). Yo francamente le digo que estoy cansado y aburrido”. Las razones fundamentales fueron: los comentarios en las Cortes a propósito del Colegio de segunda Enseñanza, los desacuerdos con Jerónimo Pagés, los conflictos con el Cardenal Alameda, los problemas con algunos colaboradores y las reclamaciones económicas de alguno de los profesores. No acabaron sus disgustos con la renuncia. Ya fuera de España, estando exiliado en París debido a la revolución septembrina, la prensa se ensañaba con él a propósito de unas alhajas que habían desaparecido de El Escorial y que le achacaban al P. Claret el haberlas robado, por lo cual tuvo que comunicar el lugar donde las había escondido en El Escorial con el fin de librarlas de la rapiña y con conocimiento de su sucesor.

A pesar de la ingente obra llevada a cabo por el P. Claret en los 9 años de Presidente del Monasterio de El Escorial, no creemos que se haya hecho justicia a su recuerdo. Solamente la preocupación de los misioneros para que no pasara al olvido hace que todavía hoy el monasterio se mantenga como un lugar claretiano de primer orden. Con motivo del 150º aniversario de su nombramiento como presidente, el día 1 de junio de 2009 se colocó una placa en el oratorio de la habitación que en algunas ocasiones ocupó el P. Claret en su etapa de Presidente del Real Monasterio del Escorial (1859-1868). Era uno de los sueños que los claretianos venían fraguando desde hace años, y que por fin se hizo realidad.

Vicente Sanz cmf.


 PARA AMPLIAR LA LECTURA:

Aguilar, F.A.: “Vida del Exmo. e Ilmo. Sr. D. Antonio María Claret, misionero apostólico, arzobispo de Cuba y después de Trajanópolis”, Madrid 1871.

Claret A.M.: “Miscelánea Interesante”, Barcelona, 1865.

Espinosa, J.M.: “El Seminario de El Escorial en tiempos de San Antonio María Claret (1861-1868)”, Pamplona, 1995.Fernández, C.:

Estal, G. del: “El Escorial en la transición de San Jerónimo a San Agustín”, pg. 585-588. La Ciudad de Dios, 1964.

Fernández, C.: “El Confesor de Isabel II”, Madrid 1964.

Fernández, C.: “El P. Claret, restaurador de las empresas filipinas escurialenses”, pg. 515-560. Ciudad de Dios, 1964.

Gil, J.M. y Bermejo, J.: Epistolarios Activo y Pasivo de San Antonio María Claret (años 1858-1868).

Gutiérrez, F.: El P. Claret en los periódicos de la época (varios).

Tisnés R.: “Dionisio González de Mendoza, un palentino ignorado”, Palencia 1991.

Zarco, J.: “El Monasterio de San Lorenzo de El Escorial”, El Escorial, 1949.