Pedro Almató

Pedro Almató y Ribera, San (1830-1861).-

Nació 1º de noviembre de 1830 y el mismo día, fiesta de Todos los Santos, recibió el bautismo en la iglesia parroquial de Sant Feliu Sasserra, en la comarca del Lluçanès y diócesis de Vic. Su padre, Salvi Almató i Euras, era médico rural. La madre, Antonia Ribera i Subiranas, era natural de Cervera, en cuya universidad Salvi había cursado la carrera de medicina. De 1838 a 1840, a consecuencia de la guerra carlista, la familia se desplazó a la vecina población de Oristà.

En 1842, todavía no cumplidos los 12 años, pasó a Vic y cursó en una escuela de latinidad. Terminado el estudio de la gramática comenzó la retórica en las aulas del seminario, donde sintió una fuerte llamada a entregar la vida como misionero en el Extremo Oriente. Deseaba seguir los pasos de otros religiosos naturales de la región. El joven seminarista era aficionado a leer la revista «Anales de la Propagación de la Fe», especializada en temas misioneros. Su primer biógrafo, Jaume Collell i Bancells, asegura que realizó consultas para ayudarse en el discernimiento vocacional. Las hizo, desde luego, con San Antonio Mª Claret, quien le animó a secundar su vocación misionera dominicana y le adelantó, además, que dentro de poco sería religioso. Claret, por otra parte, se había relacionado antes de su ordenación presbiteral con un tío sacerdote de Pedro. Se llamaba Segismundo Almató y era vice prefecto de la Congregación Mariana de Vic, a la que perteneció san Antonio María.

                Alegre y deseoso de transmitir alegría tomó el hábito de santo Domingo en Ocaña (Toledo) el 25 de septiembre de 1847. Profesó hasta la muerte al cumplirse el año del noviciado. Era el único convento de dominicos en España que quedó abierto tras la exclaustración de 1835. En la misma comunidad estudió el trienio filosófico y el curso de teología fundamental. En julio de 1852 emprendió viaje hacia Manila. En la capital de las Filipinas continuó los cursos de teología y recibió el presbiterado el 17 de diciembre de 1853. Al cabo de poco más de un año, a principios de 1855, lo destinaron al Vietnam. Por entonces había comenzado ya el aprendizaje de la lengua. Quería por encima de todo y, a pesar de su débil salud, sembrar el Evangelio entre tantas gentes que no lo conocían todavía. Su apostolado iba a desarrollarse en buena medida en la clandestinidad, porque los misioneros y los cristianos, en general, eran perseguidos a muerte.

Con el obispo fray Valentín de Berrio-Ochoa fue apresado el 25 de octubre de 1861. Ni aun en la prisión dejaron de predicar a Cristo. Sufrieron el martirio el 1º de noviembre de 1861, 31 aniversario del nacimiento y bautismo de san Pedro Almató. San Antonio María Claret tuvo pronto noticia de su muerte. Como recuerdo suyo conservó la vida de santo Domingo escrita por el beato Francisco Posadas. Tras el índice del libro se encuentra la siguiente firma: «fray Pedro Almató». Claret anotó con sus reflexiones este ejemplar de la vida del fundador de la Orden de Predicadores. Se guarda en la biblioteca del secretariado claretiano, en la curia general de la Congregación del Inmaculado Corazón de María en Roma.

En 1888 se consiguieron los restos para la iglesia de las Dominicas de la Anunciata que coronó la construcción de la nueva casa madre en Vic. Los padres claretianos Antonio Barguès y Camprubí y Ramonet y Vilà animaron a una joven paralítica desde hacía muchos años, llamada Dolores Gonfaus, para que se encomendara y tuviera gran confianza en la intercesión del mártir Almató. De manera súbita y total, la enferma recobró la movilidad mientras participaba en la Eucaristía solemne que se celebraba para la colocación de las reliquias en la mencionada iglesia. Fue el 8 de junio de 1888. Uno de los presentes fue el siervo de Dios fray José Cueto, más tarde obispo de Canarias y fundador de las Dominicas de la Sagrada Familia. De esta gracia se instruyó un proceso diocesano. Las reliquias de san Pedro Almató desaparecieron en la persecución religiosa de 1936. Fue beatificado por san Pío X el 20 de mayo de 1906. San Juan Pablo II lo canonizó el 19 de junio de 1988.

 

Fr. Vito T. Gómez García, O.P.

 

Fuentes y Bibliografía: Tunquinensis, beatificationis seu declarationis martyrii servorum Dei Hieronymi Hermosilla, Valentini Berrio-Ochoa, Petri Almató, Josephi Khang, Positio super martyrio et causa martyrii, Roma 1905; Jaume Collell, Vida y martiri del beato Pere Almató del sagrat Orde de Predicadors, Vic 1906; Vito T. Gómez García, Pedro Almató y Ribera, correspondencia familiar, Valencia 1987; Lorenzo Galmés, Pere Almató i Ribera, Barcelona 1988; Vito T. Gómez, Pere Almató i Ribera, un sant nascut al Lluçanès, 1830/1861, Col.lecció Arxiu, núm. 1, Sant Feliu Sasserra-Oristà 2013.