PANTALEÓN CASANUEVA

PANTALEÓN CASANUEVA

Santander, a 27 de julio del año 1859, en un hogar profundamente cristiano y patriarcal, cuyo nombre santificaban por aquel entonces con sus virtudes y apostólicos ministerios tres muy próximos parientes de la familia, sacerdote uno, franciscano exclaustrado el otro y el tercero el siervo de Dios P. Pedro López de Noja, cuya causa de beatificación so introdujo algunos años ha. La cristiandad de los padres revivió pujante en los seis hijos, de los cuales dos .se hicieron religiosos, otro abrazó el sacerdocio, el otro murió defendiendo la bandera carlista y la otra ha perpetuado en un hogar honrado la tradición de la familia. A ninguno de ellos cedió el P. Pantaleón; antes, si hemos de dar crédito a su hermana carmelita, Sor Rosa, a todos los aventajaba por su docilidad, mansedumbre y buen trato, y, sobre todo por su candor y piedad. Buena prueba de ello es lo que cuenta la misma: «todos los sábados o vísperas de fiesta acostumbraba mi buena madre mandarles a confesar a mis dos hermanos, y uno de dichos días añadió: ¡qué haya necesidad de mandar a mis hijos a confesarse! El primer sábado siguiente, no recuerdo qué se ofreció mandar a Pantaleón, yo le busqué y no hallándole en casa desistimos de ello. Al poco tiempo se nos presentó allí, y preguntado dónde había estado, respondió que en la iglesia; y así continuó en adelante hasta que nos dejó, sin que ya más hubiera que recordarle la confesión».

Tan bellas disposiciones florecieron pronto con la gracia de la vocación, merced a una circunstancia singular, que siempre él reputó -favor singular de la Virgen, según más de una vez le oí referir: tal fue el trato con dos de nuestros Padres recogidos en su palacio de Isla por el señor Marqués del Arco durante la época revolucionaria; con ellos empezó los estudios en unión de sus dos hermanos, con ellos los prosiguió por algún tiempo, hasta que las virtudes de]. P. Felipe de Santiago y su palabra persuasiva le ganaron por completo el corazón decidiéndole a abandonar. para siempre a sus padres y marchar a tierras, extrañas camino del santo noviciado.

En éste, y durante- todos sus estudios, fue modelo por sus virtudes, distinguiéndose entre los demás por su conducta fervorosa y observante. Exagerada parecerá la afirmación, sabiendo que emitió los santos votos en compañía de un santo Ignacio Buil y de un angelical Vicente Tremolenda; mas ella no es así, sino de su condiscípulo de toda la carrera, el difunto P. Santiago Atlbert, quien nos, escribía textualmente : «Muy buenos recuerdos conservo de mi condiscípulo el P. Casanueva, a quien no había vuelto a ver desde la carrera hasta el último año. Ya novicio y estudiante, admiré en él las dotes que después le han dado justo renombre. Destacábase de los demás por su talle, alto y fornido, como de buen montañés, pletórico de salud; por su voz -melodiosa y argentina, que nos recreaba v enfervorizaba en los rezos y en el canto ; por aquel su candor que transcendía a toclo su trato, noblote y sin engaño ; por su observancia, minuciosa detallista, y por su piedad tierna y fervorosa ; y no sé, si más aún, por su laboriosidad y aplicación al estudio, para el cual no conocía el. cansancio, y sentía verdadera pasión, moderada con todo por la disciplina. Adornábale también una, memoria extraordinaria, al menos para los que siempre estamos escasos de esa facultad. Recuerdo que varias veces acontecíale llevar a la clase aprendidos todos los términos de la traducción, con todos los otros, frases y acepciones que el Diccionario traía para cada uno, y decorarlos de carretilla todos ellos por el mismo orden del Diccionario, sin titubear en ninguna. también recuerdo que, por lo menos. das veces, nos comprometimos a decir en el recreo textos sobre la Santísima Virgen, al modo de lo que se cuenta -de San Juran Berchmans, y el Padre no sólo citó innumerables del Paternio, sino que cuando nos dábamos por vencidos le ocurrió recitarnos tres y cuatro salmos de San Buenaventura, que había leído en el Breviarium Marianum. del Sr. Escolá.

Sin embargo, esa plétora de salud y esa melodiosa voz, a que alude el P. Aubert, le duraron por poco tiempo : una irritación en la garganta, que no supo curar el médico de casa, motivó el que le cortaran las amígdalas, pero con tan poca fortuna, que con ello se le quebró el timbre de la voz y le comenzaron los achaques en su salud, que ya no le abandonaron en toda la vida.

El sábado santo del año 1882 recibió la sagrada orden del Presbiterado en Barcelona y al día siguiente ofrecía -por vez primera la víctima augusta de nuestros altares : de cómo se preparaba para una y otra puede ser indicio la  resolución que ya entonces formó, y a la que siempre permaneció fiel, de examinarse mensualmente de la exactitud en cumplir las sagradas ceremonias, repasando para ello el mismo texto oficial del Misal. Se revelaba la vocación  del futuro Rubriquista. 

Recién ordenado, fue destinado Coadjutor del Maestro de novicios en la misma casa de Gracia ; a fines de 1883  pasó con el cargo de ministro a la casa misión de Calahorra, en donde residió hasta el año 1891. De esta su primera estancia en la gloriosa ciudad de los Mártires conservaba el buen Padre los más gratos recuerdos de su vida, los que con mayor frecuencia se complacía en refrescarnos -pocas veces le oímos considerarla como una de las gracias recibidas del Señor, y llamarla su segundo noviciado. Y en realidad, él que fue siempre extremadamente parco en  hablar de sus cosas y que, por maravilla, ni aun en el seno de la intimidad, aludía a los cargos que desempeñó en los  años posteriores, en cambio se entusiasmaba al hablar de éstos, rememorando los hechos y los ejemplos de’ los individuos que por esta época, heróica y gloriosa, compusieron la comunidad calahorrana ; sobre todo, gozábase en recordar el breve superiorato del santo P. Valier, bajo cuya prudente dirección acabó de modelarse su espíritu : -por cierto, que aquel sabio maestro de espíritu sometió a nuestro Padre a algunas pruebas no comunes, que más bien parecían prop.as de novicios: A estos años atribuía también el Padre el haber podido completar—en cuanto puede admitirse esta palabra—su formación intelectual v cien tífica.

De cuán completas fueran una y otra tenemos una prueba indirecta, pero elocuente, en el nombramiento para Secretario general que a su favor hizo el RIno. P. José Xifré a 7 de julio del susodicho año 1891, cargo que desempeñó hasta el año 1894, en que, por razón de su salud algo resentida, renunció espontáneamente al En febrero del mismo año fue nombrado superior interino del -colegio de Segovia, siendo elegido en propiedad en septiembre del siguiente año, hasta el 1901 en que cesó. El piadoso y observante P. A rumí, que vivió todo este tiempo bajo su gobierno, describía así al P. Casanueva como superior : «brillaban en él una exquisita prudencia, vigilancia continua, cela ardiente e incansable por la más estricta observancia, fortaleza no común para luchar contra toda suerte de, abusos, cualquiera que fuese su origen y sin reparar en su extensión ni en las consecuencias que pudieran derivarse ; y, sobre todo, constante c invariable ejemplaridad, merced a la cual no podía menos de ser de todos respetado y venerado. Era por carácter sumamente -rectilíneo, y falta que advertía en cualquiera de sus súbditos, la corregía inmediatamente, sin respetos humanos de ningún género. Todo esto le proporcionó algunos disgustos y no pequeños sinsabores ; no por ellos dejó de llevar adelante su gobierno, con gran observancia dentro y muy glorioso renombre y prestigio en la ciudad, Por otra parte, esa aparente rigidez estaba contrapesada con la caridad con que atendía a todos, sobre todo a los enferrnos, para los que tenía ternura de madre. Todo esto tenía muy conocido y experimentado el Rmo. P. Xifré, y por eso le apreciaba muy singularmente, de lo cual le dió no pocas pruebas en todo este tiempo.

En ese misino año 1895, al hacerse la división de Provincias, fue nombrado Consultor provincial segundo, cargo para el cual fue reelegido en el primer Capítulo provincial de Castilla de 1901, y en el que continuó. hasta  junio de 1906, en que el Capítulo general de Aranda de  Duero le designó para Consultor general por la Provincia de Castilla. Antes había asistido, en calidad de vocal, al Capítulo general extraordinario de Selva del Campo. Elegido en 1912 Consultor general tercero, renunció al cargo el año siguiente, retirándose después a la Casa de Calahorra, donde, en medio de sus achaques cada día en aumento), se dedicó por entero a los ministerios de casa y continuó cultivando incansable su docta, abnegada y meritísima colaboración en Ilustración del Clero, iniciada en 1907 (el mismo año en que se fundara la revista) y pro seguida sin desmayos ni interrupciones hasta el mismo, liles de su muerte, ocurrida a 24 de diciembre de 1925.

Muy breve fue su última enfermedad : el 16 se sentía  ligeramente indispuesto por un enfriamiento ; a los dos  días le asaltó un fuerte ataque de uremia, contra el cual nada valieron las inyecciones ni otros remedios que se le  aplicaron ; el 20 recibía, con ardiente fervor, los santos, Sacramentos, y después de varias alternativas expiraba plácidamente en la víspera de la Natividad del Señor. Si mucha fue su piedad en la vida, Singulares fueron en toda su enfermedad el fervor, la ternura, la asiduidad con que  pronunciaba jaculatorias, y aun oraciones largas. Sus últimas palabras fueron : «Jesús, José y María, os doy eh, corazón y el alma mía».

  1. MARTÍNEZ DE ANTOÑANA, C. M. F.