María Josefa del Sdo. Corazón

SANTA MARIA JOSEFA DEL CORAZON DE JESUS SANCHO DE GUERRA

Y CLARET

Por Federico GUTIÉRREZ, CMF

 

  1. Introducción

Una mañana, hace unos años, en la Sagrada Congregación para las

Causas de los Santos, el Relator General Rmo. P. Fray Agustín Amore,

franciscano, encargado del Oficio Histórico, mientras preparábamos los

primeros capítulos de la “Positio” de nuestro hoy ya Venerable P. Mariano

Avellana, me llamó muy amablemente para decirme:

– Le voy a pedir dos favores: el primero, muy sencillo, no le va a quitar

tiempo de su trabajo, y el segundo, muy importante, sé que le va a suponer

un poco más de esfuerzo. Espero que sea usted bueno y no me niegue lo

que le pido.

En casi todos los numerosos Procesos de Siervos de Dios españoles

-siguió diciendo- me encuentro con San Antonio María Claret. Veo que de

una manera o de otra estuvieron relacionados con él. Quiero conocer su vida

y su obra a fondo. ¿Puede proporcionarme información completa: Biografía,

Epistolario, Estudios sobre su personalidad?

– Eso ya está concedido -le contesté-. Mañana mismo le traeré lo que

desea. Y, además, la Autobiografía del Santo. ¿Y el otro favor?

– El otro favor es mucho más importante. Se trata de lo siguiente. Me

interesa que se haga cargo de la “Positio Histórica” de una Sierva de Dios

española, Fundadora de un Instituto Religioso; que ponga en forma varios

capítulos fundamentales recogiendo la documentación necesaria y

reestructurando la “Positio” entera. Tengo sumo interés en ello. No se trata

de comenzar, sino de rehacer y completar. Puede contar, desde luego, con mi

especial colaboración.

Yo le hice algunas objeciones:

¿No será un trabajo excesivo para mí llevar a un tiempo los dos

Procesos: el del Padre Mariano Avellana y el de esta Sierva de Dios? De

todos modos, ¿puedo saber de quién se trata?

– De la Sierva de Dios María Josefa Sancho de Guerra, Fundadora de

las Siervas de Jesús.

Al ver mi gesto de extrañeza y mi sonrisa al oir tan inesperada

petición, adivinó mi pensamiento.

– ¡No me diga que también ella acudió a San Antonio María Claret!

– Pues sí, también ella acudió a San Antonio María Claret en momentos

importantísimos de su vida.

– Entonces, motivo sobrado para que usted, como buen claretiano,

acepte mi encargo.

 

  1. Coincidencias interesantes

Nada más comenzar la tarea me encuentro con una curiosa

coincidencia. Las dos causas de Canonización -la de la Sierva de Dios María

del Corazón de Jesús Sancho de Guerra y la del Siervo de Dios P. Mariano

Avellana- fueron introducidas el mismo día: 7 de enero de 1972 por decreto

del Papa Pablo VI.

El primer biógrafo de la Fundadora de las Siervas de Jesús fue el P.

Eulogio Nebreda, CMF, que en 1951 publicó su magnífica obra titulada

“Una heroína de caridad” *.

Y como Vi cepo stul ador había actuado también en el Proceso

Informativo Ordinario de Bilbao otro claretiano: el P. Francisco Orúe-

Rementería.

El Proceso fue siguiendo su curso, impulsado, todo hay que decirlo,

por el manifiesto interés del Relator General y en algunas ocasiones salvando

dificultades de un modo que bien puede atribuirse a milagro.

La muerte del Rmo. P. Amore frenó un tanto la andadura del Proceso,

que ya había avanzado notablemente, hasta que el 7 de septiembre de 1990

Juan Pablo II declaraba la heroicidad de las virtudes de la Venerable Madre

María del Corazón de Jesús. El milagro fue aprobado hace sólo unos meses,

el 30 de junio. Y hoy, 27 de septiembre de 1992, en la Plaza de San Pedro,

Juan Pablo II la ha elevado al honor de los altares, proclamando Beata a la

Madre María del Corazón de Jesús Sancho de Guerra.

 

  1. La Fundadora de las Siervas de Jesús y el P. Claret

Comienzo a escribir estas breves notas históricas, al terminar esta

jornada memorable, con la mano y el corazón todavía estremecidos por el

gozo y la emoción.

Sirva de sencillo homenaje de gratitud a la nueva Beata, que, como ella

misma escribió, “tuvo la honra y dicha de corocer y tratar al Padre Claret”,

y a la que el Padre Claret había prometido recibirla a su llegada al cielo.

La Madre María Josefa del Corazón de Jesús nació en Vitoria el 7 de

septiembre de 1842. Fueron sus padres, Bernabé Sancho y Petra Guerra.

“Yo nací con la vocación religiosa”, escribirá en una de sus cartas.

A los 18 años María Josefa se inclinaba por una Orden de clausura

estricta. Dos tías suyas, hermanas de su madre, eran monjas clarisas en

Vitoria. A los 23 años se decide a entrar en las Siervas de María, fundadas en

agosto de 1851 en Madrid, en el barrio de Chamberí, al servicio de los

enfermos. Fue recibida como postulante el 3 de diciembre de 1865.

La Madre Soledad Torres Acosta -hoy santa- la recibió personalmente

en el piso de la calle de Santa Engracia. La Madre Soledad lo era todo:

Superiora de la Casa, Maestra de Novicias, Superiora General, Fundadora y

Santa.

María Josefa vistió el hábito el 25 de diciembre de 1865 en medio del

júbilo de la Navidad y la alegría de los villancicos, aunque todavía no había

desaparecido el tremendo flagelo del cólera, que durante todo el año sacudió

trágicamente la capital de España. Recibió en Religión el nombre de María

de la Salud. El año 1866, el año de su noviciado, siguió el cólera llenando de

amargura los hogares madrileños.

A finales de 1866, terminando ya el noviciado, abocada a la profesión,

María de la Salud “se vio asaltada de grandes dudas sobre su vocación”. Un

“sabio y virtuoso jesuita” le aconseja que no profese. El Padre Claret -lo

vamos a ver- le dice que sí, que profese. Y profesa el 15 de febrero de 1867

(viernes, fiesta de los santos Faustino y Jovita).

En abril de 1867 sor María de la Salud es destinada a la nueva

fundación del Hospital de Medina del Campo. A finales de enero de 1868 ya

está de regreso en Madrid. Y en Madrid sigue hasta que en 1871 se retira de

la Congregación de las Siervas de María.

Por su parte, el Padre Claret, arzobispo de Cuba, había llegado a

Madrid el 26 de mayo de 1857, llamado por la reina, y el 5 de junio fue

nombrado oficialmente Confesor de Isabel II. Continúa con su apostolado

incansable y asombroso.

El 28 de marzo de 1859 es nombrado Protector del Hospital

madrileño de la Corona de Aragón. Y allí reside y allí en su iglesia de

Monserrat (hace tiempo desaparecida), en la calle de Atocha, Glorieta de

Antón Martín, despliega constantemente todo su celo misionero. Allí recibirá

la visita de la Madre Soledad Torres y de la novicia sor María de la Salud

Sancho.

En 1860 Claret es preconizado arzobispo de Trajanópolis.

En el año 1865 el arzobispo confesor de la reina pasó un nuevo

calvario en la corte. El Reconocimiento del Reino de Italia le obligó a

ausentarse de Madrid. Salió el 20 de julio camino de Zaragoza, Barcelona,

Vic y Roma. Después de corsultar con Pío IX regresó Claret a Madrid el 22

de diciembre de 1865. (El 25 de diciembre tomaba el hábito María Josefa,

sor María de la Salud). El arzobispo Claret solía pasar la Nochebuena en la

capilla de las Adoratrices, en la calle de Atocha, predicando, orando, y

celebrando las tres misas de Navidad.

El año 1866, mientras sor Salud está comenzando su noviciado, se abre

con malos augurios. El día 3 de enero se subleva Prim en Villarejo de

Salvanés. El grito, esta vez, no pasó de eso. El fracaso fue rotundo y Prim se

refugió en Portugal.

Del 7 al 25 de mayo sor María de la Salud hace su asistencia a los

enfermos en casa de D. Mariano Gimeno, calle Preciados, 52 – 3o 2.

El 22 de junio se sublevan los sargentos del cuartel de San Gil. Ahora

corrió la sangre en abundancia. Costó dominar la revuelta. Días después eran

fusilados 66 sargentos.

El arzobispo Claret narra en sus cartas los terribles acontecimientos

que tuvieron lugar en la plazuela de Antón Martín, frente a la iglesia y

hospital de Monserrat, donde él residía.

“Debo decirle -escribía el 29 junio al Rmo. P. José Xifré- que el Señor

nos ha librado de la muerte. En esta plazuela había cinco barricadas, una

en cada embocadura de calle; aun los bancos de la iglesia sacaron y

pusieron delante de las mismas barricadas. Yo me fui al Camarín de la

Virgen y allí estuve hasta que triunfó el orden que serían las cinco de la

tarde. Ofrecí mi vida al Señor y estuve muy tranquilo. Y me parece que

habría sido para mí mejor el morir que el tener que vivir presenciando lo

que pasa y pasará: los entendimientos y los corazones están

corrompidísimos: los que no gobiernan amenazan a los que gobiernan y los

que no tienen bienes están por echarse sobre los que poseen (…), los

hombres están ciegos, voluntariamente ciegos, y así dentro de poco tiempo

vendrán otros castigos: la guerra, la peste y el hambre son los azotes que el

Señor va a mandar sobre España, la Europa y el globo entero… ” .

“Dicen que el fin que se proponían -escribe en otra carta- era degollar

a los Reyes y real familia y a los Sacerdotes, a mí el primero, y después el

degüello y saqueo general”. “Ofrecí a Dios mi vida y me quedé sosegado

rogando y pidiendo a Dios por todos” .

A pesar de este ambiente de zozobra y desconcierto, de peligros y

persecuciones, las buenas Siervas de María seguían recorriendo aquellas

calles y pasando los días y las noches asistiendo a los enfermos que las

llamaban angustiosamente de todas partes, pues aún no había desaparecido el

cólera. Sor María de la Salud asistió desde el día 4 al 14 de julio a D. José

García, de Barrio Nuevo, 5, bajo derecha 5. Y del 10 al 22 de agosto a M.

Alegría en Plaza del Progreso, 6, cuarto 3o 6.

El Padre Claret, acompañando a la reina, emprendió viaje a las

Vascongadas el día 8 de agosto. Predicó en todas las ciudades por donde

pasaron. Visitó Loyola. Misionó en San Sebastián y en Vitoria (¿Será

demasiado aventurado pensar que pudiera encontrarse en Vitoria entre los

fíeles que abarrotaban los templos para oir al Padre Claret, la madre de Sor

María de la Salud, Petra Guerra?).

 

  1. Una visita al santo

Regresó el Padre Claret a Madrid a finales de septiembre. Y en

diciembre, nuevo viaje con la corte, esta vez a Portugal, saliendo de Madrid el

9 y regresando a la capital el 16 por la tarde. Y en estos últimos días de 1866,

según parece, tuvo lugar la entrevista de sor María de la Salud con el

arzobispo Claret. Esta primera visita no viene indicada con exactitud. Los

biógrafos se contentan con decir que debió ser a finales de 1866: “Se

acercaba la fecha de los votos temporales”.

Su año de noviciado terminaba, es cierto, el 25 de diciembre de 1866.

Pero en realidad no hizo su profesión hasta el 15 de febrero de 1867.

De esta visita sólo hubiéramos tenido la referencia escueta de alguna

de sus compañeras, si la misma María Josefa, siendo ya Fundadora y

Superiora General de las Siervas de Jesús, no nos lo hubiera manifestado en

carta al Secretario de Cámara y Gobierno del Obispado de Vic, indicándonos

además el asunto fundamental de la consulta y la esclarecedora y profética

respuesta del arzobispo Claret. El primero en publicar esta carta fue el P.

Mariano Aguilar CMF en su “Vida admirable del Siervo de Dios P. Antonio

María Claret”, en el tomo II, año 1894, adjuntándola después a su

declaración como testigo en el Proceso Apostólico de Vich para la

canonización del Padre Claret.

No hay constancia ni referencia a esta entrevista, que sepamos, ni en la

Autobiografía, ni en la correspondencia, ni en nigún otro de los numerosos

escritos del Padre Claret.

 

  1. Una reconstrucción actual

José Luis Gutiérrez García en su recién publicada Biografía de la Beata

María Josefa del Corazón de Jesús, siguiéndole los pasos al P. Eulogio

Nebreda, resume con justeza y brevedad la situación de la novicia al terminar

su noviciado, y los motivos que la llevaron a consultar al arzobispo Claret.

Escribe así:

“Iban pasando lentos y, al mismo tiempo, rápidos los meses del

noviciado. Se acercaha la fecha de los votos temporales. Y entonces, las que

en algunos meses habían sido nubes pasajeras de molestas dudas, se

convirtieron en cerrazón y espesa capa de incertidumbres angustiosas, sobre

si era aquél su sitio y su verdadera vocación. Estados interiores de

desasosiego, oscuridad e impotencia se apoderaron del alma de la fervorosa

novicia. No eran meros escrúpulos, ni dudas de superficie. Lo confesó ella

más tarde. Se vio “asaltada de grandes dudas” en su “vocación con

respecto a la Congregación y orden de clausura o abierta, en que Dios

nuestro Señor exigía” sus servicios y “fuese por mí más honrado”.

Recurrió, en primera instancia, a fines de 1866, al dictamen de un

confesor letrado y experto, el P. Victoriano Medrano, “sabio y virtuoso

jesuíta”, también exclaustrado, quien la recibió, escuchó, oyó en cuenta de

conciencia larga y detallada, y sentenció de forma terminante. Le dijo a

María Josefa, María de la Salud, que no debía hacer los votos. “Había

errado su vocación; si fuera hermana suya, no la dejaría profesar”.

Considero que este parecer del P. Medrano, hombre de gobierno, conocedor

de las almas y en plena madurez -tenía entonces 55 años- constituye un

elemento fundamental en el conjunto de datos que María Josefa tuvo

presente más adelante, para configurar su vocación definitiva.

Ante la respuesta del confesor jesuíta, María Josefa decidió abrir su

alma por entero a la Madre Soledad. Había advertido aquélla durante su

noviciado una constelación extraordinaria de virtudes perfectas en su

maestra y superiora. Madre Soledad, con la intuición sobrenatural que es

fruto del don de sabiduría infundido directamente por Dios, y con la pureza

de intención propia de las almas grandes que sólo buscan con sacrificio la

gloria de Dios, escuchó la exposición que María Josefa le hizo, comprendió

que algo serio de fondo se movía en aquella alma, y al día siguiente, sin

demora alguna, llevó personalmente a la joven novicia a entrevistarse con el

  1. Claret, el santo arzobispo, confesor de Isabel II, maestro supercualificado

de espíritu, harto probado por los mil avatares de la vida, blanco del odio

persistente de la masonería española decimonónica, y figura que se levanta

en la compleja orografía de nuestro atormentado siglo XIX como una de las

cimas más altas, no sólo de la historia de la Iglesia, sino de la misma

historia general de España. Madre Soledad veía que estaba ante un caso de

conciencia que se salía del cauce común de las consultas ordinarias. Lo que

le interesaba era la gloria de Dios y también la tranquilidad de espíritu de

María de la Salud. Era santa y con esto queda dicho todo.

El P. Antonio María Claret oyó aparte, en confesión general

prolongada, a María de la Salud. Ésta le expuso “con gran detenimiento”

la historia de su vida y la relación de sus experiencias interiores en el

noviciado. Y, sin duda, le mencionaría el sueño de las monjas y los

dictámenes recibidos de sus confesores anteriores. Algo debió intuir, desde el

primer momento, el P. Claret. Dotado en grado eminente del don de certero

conocimiento de las almas, del que dio en su vida notorias y frecuentes

pruebas, poseía el carisma de tranquilizar las almas, y sabía que hay que

dar a los casos difíciles todo el tiempo de análisis, estudio y, sobre todo,

oración que el acertar con la voluntad de Dios pide.

Tras la confesión, el santo fundador habló a la joven novicia y le dijo

varias cosas. Lo primero de todo, que se mantuviera serena y tranquila. Que

quien tiene la voluntad sincera de servir a Dios, halla siempre en su

momento la luz necesaria. Añadió que había que esperar. Que iba a pensar

detenidamente sobre el caso durante tres días. Que diría misa del Espíritu

Santo durante este triduo, para pedir y alcanzar la luz que hacía falta. En

materia tan delicada, para encontrar la respuesta oportuna no bastaban los

luces naturales. Que no era amigo de nuevas fundaciones y que lo que

importaba era, an definitiva, conocer y cumplir la voluntad de Dios.

Pasaron los tres días. Al finalizar el tercero, la llamó el P. Claret. De

nuevo la acompañó la Madre Soledad, quien se retiró a una salita alejada,

dejando a la novicia con el confesor. El dictamen del santo fundador de los

Misioneros del Inmaculado Corazón de María fue claro y abierto. Y

sobremanera prudente. Daba respuesta positiva para la cuestión inmediata.

Y dejaba abierta la puerta a desarrollos mediatos futuros que sólo la

Providencia dictaría. Le dijo, en efecto, lo primero, que “en nombre de Dios

profesase”, que hiciera los votos temporales. Y lo segundo, que Dios la tenía

reservada para grandes cosas.

La propia María Josefa lo recordaría en sus años de fundadora: ‘En

nombre de Dios me mandaba profesar en el Instituto de caridad a que

pertenecía, porque Dios me tenía reservada para lo que menos pensase 1.

Todos los entrecomillados que resumen la narración están tomados de

la carta escrita en febrero de 1888 por la Madre María del Corazón de Jesús

-para todos la Madre Corazón-, siendo desde hacía muchos Superiora

General de las Siervas de Jesús.

La gratitud de la Madre Corazón al arzobispo Claret es evidente. Sus

consejos llenaron de luz y de gozosa esperanza toda su vida, y, sobre todo, la

hora de su santa muerte.

La ocasión se la brindó una noticia que ella seguramente venía

esperando desde hacía tiempo.

  1. Un testimonio espontáneo sobre el P. Claret

El 29 de noviembre de 1887 se abrió en Vic el Proceso Ordinario

Informativo para la canonización del Padre Claret. La noticia apareció en el

Boletín del Obispado y en la prensa.

La Madre Corazón también tenía algo que declarar en ese Proceso. Y

escribió al Secretario de Cámara y Gobierno del Obispado de Vic.

“Esta carta -dice el P. Nebreda-, hermosísima y decisiva carta, merece

ser citada íntegra porque es un verdadero monumento histórico de gran

precio y valor” 8; aunque él no hace más que copiar al P. Mariano Aguilar,

reproduciendo su texto con algunas leves variantes.

Esta es, íntegra, la “hermosísima y decisiva” carta de la Madre

Corazón, publicada en su Epistolario:

Religiosas Siervos de Jesús

Bilbao 15 de Febrero de 1888

Sr. Secretario de Cámara y Gobierno.- Obispado de Vich.

Muy respetable Sr. y de todo mi aprecio en el Adorable Corazón de

Jesús: Por los periódicos Católicos he tenido el gusto de saber que

habiéndose incoado en esa Ciudad el Proceso de Beatificación y

Canonización del Excmo. e limo. Sr. D. Antonio Ma. Claret y Ciará, el

Postulador de la Causa demanda noticias que acrediten hechos notables o

extraordinarios de gracia o de virtud de aquel Venerable Prelado.

La humilde religiosa que escribe esta carta, tuvo la honra y dicha de

conocerle y tratarle y puedo testificar lo siguiente:

Hallándome de Novicia en el Instituto de Caridad “Siervos de María’’

asaltada de grandes dudas en mi vocación con respecto a la Congregación

u Orden de Clausura o abierta, en que Dios Nuestro Señor exigiera mis

servicios y fuera por mí más honrado, pedí consejo en confesión acerca del

caso, a un sabio y virtuoso Padre Jesuíta, y después de bien informado de

todos los secretos de mi corazón, opinó que no debía pronunciar mis votos

en la Comunidad en que hasta entonces había vivido.

Esto no obstante, como la lucha de mi alma continuase aún más recia,

describí a la Madre Superiora la incertidumbre en que me hallaba, y

aquella buena Madre me indicó la idea de recurrir en demanda de luces al

mencionado Venerable Sr. Claret; acepté el pensamiento y acompañada de

la referida religiosa, hice mi presentación a S. E. I. quien después de oír en

confesion general y con gran detenimiento la historia de mi vida y la

relación de mi Noviciado, me dijo que le concediese tres días para pensar y

pedir a Dios inspiración de la respuesta oportuna. También me dijo

celebraría tres Misas del Espíritu Santo en los días del referido triduo, y al

final del mismo me contestó que, en nombre de Dios me mandaba profesar

en el Instituto a que pertenecía porque Dios me tenía reservada para lo que

menos pensase, vaticinando con estas palabras el posterior destino que el

Señor se ha servido darme, escogiéndome, aunque indigna, para la

Fundación de este nuevo Instituto de Siervos de Jesús, que indignamente

presido.

Habiéndole hecho yo la observación de si podría santificarme en el

destino, que según me anunciaba, Dios me tenía reservado, me contestó, y

tanto que muriendo él primero había de recibirme en el Cielo, donde cerca

del trono de Dios estaríamos juntos eternamente. Posteriormente me

aleccionó en el modo de hacer la oración mental y me aconsejó en varios

casos difíciles que le consulté, me alentó en los momentos de adversidad y en

cuantas ocasiones se presentaron.

He creído, pues, un deber participarle todo lo aquí consignado,

porque como Vd. dice en la Circular del 13 de Diciembre último, en hacerlo

así se halla grandemente interesada la gloria de Dios y la honra de la

Diócesis.

Aprovecho tan buena ocasión para encomendarme a sus fervorosas

oraciones, contando V. con las de esta C[omuni]dad, muy especialmente

con las de su affa. en Jesús.

Sor María del Corazón de Jesús Superiora General .

  1. Algunas variantes

Seguramente esta carta de la Madre María del Corarán de Jesús le fue

entregada al P. Mariano Aguilar, que estaba preparando ya el segundo

volumen de su “Vida Admirable del Siervo de Dios P. Antonio María

Claret”. Y la incluye en su obra, prescindienco del encabezamiento y del

final, conservando fielmente el contenido con pequeñas modificaciones sin

importancia. Como este texto es el que han venido copiando todos los

biógrafos de la Madre Corazón y está incluido en el Proceso del Padre Claret

 

9) Cartas de la Madre Ma del Corazón de Jesús Sancho de Guerra Fundadora de las

Congregación “Siervos de Jesús”. Burgos 1976, pp. 20-21.

y luego en el de la Madre Corazón, subrayo en el texto del P. Aguilar estas

pequeñas diferencias con el texto que se acaba de reproducir tomándolo del

Epistolario de la Madre.

Dice así el P. Aguilar:

“A otras personas afligidas con dudas acerca de su estado o vocación,

y a quienes no podían tranquilizar otros directores, descubríales el Siervo de

Dios, cuando se le presentaban, los designios de la divina Providencia sobre

ellas y las enviaba consoladas y animadas. Así pasó a la Fundadora y

Superiora General de las Siervas de Jesús, según carta que de ella tenemos

escrita desde Bilbao al Sr. Secretario de Cámara del Obispado de Vich.

“Hallándome -dice- de novicia en un Instituto de Caridad, asaltada de

grandes dudas… bien informado de todos los secretos de mi conciencia…

descubrí a la Madre Superiora la incertidumbre en que me hallaba…;

celebró, según también me dijo, tres Misas al Espíritu Santo en cada uno de

los tres días del referido triduo…, me mandaba profesar en el Instituto de

Caridad a que pertenecía…, vaticinando indudablemente…, para Fundadora

de este nuevo Instituto de Siervas de Jesús de la Caridad que

inmerecidamente presido…, si podría santificarme…, me contestó que por

modo muy alto…, cerca del trono de Dios estaríamos eternamente. Y me

alentó en los momentos de adversidad más cruda… La Superiora General,

Sor María del Corazón de Jesús – Febrero 15 de 1888” .

Años más tarde en el Proceso Apostólico de Vich de la causa del

Venerable Padre Claret en la sesión 189 de 12 de julio de 1905, el testigo

Mariano Aguilar reproduce en su declaración, en respuesta al número 50, el

mismo texto de la “Vida admirable…”, añadiendo al final textualmente:

“Esta carta firmada por la Fundadora y Superiora General Sor María del

Corazón de Jesús está fechada en Bilbao a 15 de febrero de 1888 y se

conserva en esta Casa-Misión” n . (Es decir, en la Casa-Misión de los

Misioneros del Corazón de María en Vic). Pero, desgraciadamente, el

original de esa carta no se encuentra actualmente ni en el Archivo de los

Misioneros, ni en el del Obispado de Vich, ni en el de las Siervas de Jesús.

 

  1. Varias puntualizaciones

No estará demás esclarecer y puntualizar algunas de las noticias que

nos da la Madre María del Corazón de Jesús.

No fue el P. Mariano Estarta y Astigarraga, Delegado del General de

los Franciscanos para toda España y confesor durante algunos años de Sor

Patrocinio, el que aconsejó a la novicia Sor Salud que acudiera al arzobispo

Claret en busca de consejo.

Queda clarísimo que “aquella buena Madre“ que le indicó la idea de

acudir al Padre Claret y la acompañó en su visita fue la Fundadora, Superiora

y Maestra de Novicias de las Siervas de María, Santa Soledad Torres Acosta.

¿Conocía la Madre Soledad al Padre Claret? Es evidente. ¿Quién no

conocía al Padre Claret, que desde que llegó a la corte en 1857 llenaba de

asombro con sus misiones y su incansable apostolado a todo Madrid?

Y queda también noticia de esta visita de la Madre Soledad

acompañando a su novicia, y acaso dando a entender la motivación de la

misma por el enorme prestigio del Padre Claret, en carta de una Sierva de

María.

El P. Pablo Paneda, agustino recoleto, en su obra “Con María junto a

la cruz. Santa María Soledad y las Siervas de María” escribe:

“Sor Salud (María Josefa Sancho) sigue diciendo que consultó con un

‘sabio y virtuoso’ P. Jesuíta, quien después de bien informado le aconsejó

no profesar como Sierva de María. Su alma, sin embargo, no se tranquilizó,

por lo que acudió con el mismo problema a su Superiora y Maestra de

Novicias Madre Soledad; ‘aquella buena Madre -recuerda Sor Salud- se hace

cargo de lo tormentoso de la duda que aflige a su hija y la lleva a descargar

su alma con el P. Claret, ‘el oráculo tenido por el hombre más eminente,

sabio y santo de España’” .

El comentario de este episodio -dice el P. Panedas en nota- es de Sor

Florencia Janer, Sierva de María, en carta a Madre Fernanda Iribairen, desde

Avila el 5 de noviembre de 1915 .

Además, el Fundador de las Siervas de María, D. Miguel Martínez Sanz,

apóstol incansable, escritor fecundo, propagandista ardiente de la devición a

la Virgen, conoció y trató más de una vez al arzobispo Claret. Y el mismo

Padre Claret recomienda ya en la primera edición de su obra “El Colegial o

seminarista instruido”, en el “Catálogo de los libros que ha de procurar

tener un sacerdote”, la obra titulada “Modo de celebrar la Misa digna,

santa y devotamente, por D. Miguel Martínez, impresa en Madrid, Higinio

Reneses”. Y D. Miguel Martínez Sanz, en su Calendario piadoso para

1865, entre los anuncios de obras recomendables, destaca naturalmente, las

suyas, y de ésta escribe como la mejor propaganda: “Este libro lo

recomienda el Excmo. Sr. Claret en el Catálogo de obras que debe tener

todo sacerdote”.

 

  1. Consultas a Claret y promesas de éste

Dice también, al final de su carta, la Madre Corazón, que siguió

acudiendo al Padre Claret en otras ocasiones.

Lo corrobora el testimonio de la Madre Sacramento, Sierva de Jesús y

Confundadora del Instituto, que dice que antes de retirarse de las Siervas de

María, “la Madre Corazón de Jesús consultó con el Padre Claret” 17.

Téngase en cuenta que la Madre Corazón y sus compañeras se retiraron en

1871, cuando el Padre Claret había muerto ya en 1870.

Estas consultas con el Padre Claret tuvieron que realizarse, con la

mayor probabilidad, en 1868. Sor María de la Salud profesó el 15 de febrero

del 1867 y dos meses más tarde fue destinada a Medina del Campo, no

regresando a Madrid hasta primeros del año 1868. Y el Padre Claret salió de

Madrid con la Corte, para no volver más, en julio de 1868. En septiembre

estalló la Revolución.

El P. Nebreda comenta brevemente las declaraciones de la Madre

Corazón: “Notemos de paso -escribe- y hagamos hincapié, que bien vale la

pena, en los felices augurios y regaladas promesas que Dios hace a Sor María

de la Salud por boca del Padre Claret tan mesurado y comedido en sus

palabras…” .

¿Se han cumplido?

Veamos:

– Será Fundadora de un Instituto Religioso.

Llega a Bilbao en julio de 1871. Providencialmente encuentra a D.

Mariano José Ibargüengoitia. De D. Mariano aseguran que es un sacerdote

“muy santo y sabio”. Lo era, sin duda. Párroco, consejero y guía de almas,

maestro de la vida espiritual de la ciudad, fundador de la Archicofradía del

Corazón de María… Si en el primer momento se muestra contrario a recibir

su dirección, después de oiría atentamente, cambia de parecer y acepta. María

Josefa Sancho ha debido hablarle seguramente de su entrevista con el Padre

Claret y de sus consejos alentadores. “Don Mariano conoce bien la santidad

del Padre Claret”.

Éste, a su vez, conoce y aprecia grandemente, al menos por alguna de

sus obras, a D. Mariano. Ya en 1861, diez años antes de esta entrevista de

Vitoria con María Josefa, D. Mariano ha visto con alegría cómo el Padre

Claret recomienda como obra que debe tener todo sacerdote en su biblioteca

el libro “Ejercicios de San Ignacio para los sacerdotes, de D. Mariano J. de

Ibargüengoitia, Presbítero, 2 tomos, en Madrid”.

Y en una nota manuscrita del Venerable P. Jaime Clotet, CMF, dice que

en 1865, en los ejercicios espirituales al Clero comenzados el 15 de octubre

de 1865 en la iglesia de nuestra Casa-Misión de Vich por el arzobispo Claret,

en la que tenían 64 ejercitantes en casa, la mayor parte párrocos, “el acto

público de la Mañana se comienza a las diez y cuarto por el Veni Creator

rezado; después, 15 minutos de lectura que hace el Sr. Vallier en el

Ibargüengoitia no omitiéndose los exámenes, y a la media en punto sube S.

  1. lima, al pulpito” .

El 9 de junio de 1874 el obispo de Vitoria aprueba el nuevo Instituto.

Quieren llamarse Hijas de Jesús. Dice el obispo que se llamen Siervas de

Jesús. Y que estén bajo la dirección de D. Mariano Ibargüengoitia.

– El arzobisjpo Claret morirá antes que la Madre María Josefa del

Corazón de Jesús.

El arzobispo Claret murió el 24 de octubre de 1870 en el monasterio

cisterciense de Fontfroide (Francia), mientras que la Madre fallecerá el 20 de

marzo de 1912 en Bilbao.

– Alcanzará una gran santidad. Los dos irán al cielo. Él la recibirá y

cerca del trono de Dios estarán juntos eternamente.

Es conmovedor, entrañablemente conmovedor, imaginarse hoy, aquí

en Roma, aquella entrevista de finales de 1866 en la humilde morada del

Padre Claret en el Hospital de Monserrat, de calle Atocha, plazuela de Antón

Martín, de la capital de España.

El arzobispo Claret -San Antonio María Claret-, fue canonizado por

Pío XII el 7 de mayo de 1950.

La Madre Soledad, Fundadora de las Siervas de María -Santa María

Soledad Torres Acosta-, fue canonizada por Pablo VI el 25 de enero de

1970.

La Novicia Sor Salud, luego María del Corazón de Jesús, Fundadora de

las Siervas de Jesús de la Caridad -Beata María Josefa del Corazón de Jesús

Sancho de Guerra- ha sido beatificada por Juan Pablo II el 27 de septiembre

de 1992 en la Plaza de San Pedro. Hace sólo unos días. Y esperamos que

muy pronto sea canonizada.

Roma, 30 de septiembre de 1992.