JUAN CLARET Y CLARÁ

JUAN CLARET Y CLARÁ – MARÍA CASAJOANA

 

Juan fue el primero de los hijos varones del matrimonio Claret y

Ciará. Nació en 1804. Por su nacimiento estaba destinado a ser el “hereu”,

mantenedor y continuador del hogar familiar, según la costumbre local

vigente. Heredaría todos los bienes inmuebles de la familia, cargando a la

vez con la obligación de levantar todas las cargas anejas, como convivir con

los padres, trabajar para ellos y los hermanos, soportar que los padres se

reservasen y gozasen de por vida el usufructo de los bienes, mantener y pro-

teger a los hermanos menores hasta que hallasen colocación. Su mayor glo-

ria sería luego transmitir a los sucesores los bienes del patrimonio familiar

heredado y aun presentarlo acrecentado con nuevas adquisiciones.

 

LA FAMILIA CASAJOANA

 

Juan, al proyectar su casamiento, buscó pareja entre las familias de

condición parecida a los Claret, y la encontró entre los tejedores de velos

(= velers), que al parecer tenían una cierta categoría superior a los fabri-

cantes de algodón, pues solían tejer seda. Y la halló al otro lado de la calle

de la Iglesia: frente a la casa de los Claret (Casa Valeri) hay una puerta en

cuyo dintel está esculpido el nombre de Casajoana. De esta familia, los

Casajoana, había ya salido una hija para casarse con el heredero de los

Claret Xambó, el Buenaventura, llamada Feliciana Casajoana y Font.

Mauricio Casajoana el 26 de noviembre de 1797 celebra capítulos matri-

moniales con Magdalena Montanya y Crespí, con quien se casaba después

de haber obtenido dispensa de la Curia romana del parentesco de cuarto

grado. En 1817 vivían en la calle de la Iglesia y tuvieron tres hijos:

José, Francisca y María.

Mauricio, además de la industria de tejer velos, se dedicaba a trabajos

de colector de frutos de la mitra vicense en los términos de Sallent y adjun-

tos, lo que le poma en comunicación frecuente con el mayordomo episcopal,

  1. Fortián Bres, y le daba entrada al obispo Corcuera. Pero de más atrás le

venía el encargo eclesiástico: Hay una concesión de poderes hecha en 1 de

octubre de 1812 en que el Dr. Lluciá Casadevall, futuro obispo de Vic, pero

entonces familiar y mayordomo del obispo Francisco Veyán y Mola, autori-

zaba que Mauricio Casajoana le pueda representar ante los tribunales para

pleitos y otras acciones. Más adelante le nombra colector el obispo Rai-

mundo Strauch y Vidal.

Para conocer la situación económica de la familia tenemos la lista de

bienes en el inventario notarial hecho, a petición de la viuda Magdalena a

raíz de la muerte de Mauricio, en 1829. Además de una casa propia muy

amplia, poseen en el pueblo otra casa y cinco campos.

El testamento de Mauricio, hecho en 1829, muestra también la buena

posición económica de la casa. De los Capítulos matrimoniales se deduce

 

asimismo la mejor situación económica de la familia Casajoana en compa-

ración con la Claret.

 

MATRIMONIO DE JUAN CLARET CON MARÍA CASAJOANA

 

El matrimonio se celebró el 20 de mayo de 1828, sólo un mes más

tarde que el de Rosa Claret con José Montanyola. La fecha se fija con preci-

sión deduciéndola de que los Capítulos matrimoniales del “futuro” matri-

monio llevan la fecha de 19 de mayo. La dote ordinaria en los casamientos

de la familia Claret era de 200 libras. Los Casajoana pueden triplicar la can-

tidad subiéndola a 600. Igualmente en la lista del ajuar (a sus componentes

hay que reducir la palabra “joyas”) hay abundancia y curiosidades.

El nuevo matrimonio se instaló en la casa de los padres -casa pairal-

del Carrer Gran, y allí convivieron con los padres y demás hermanos. Tene-

mos una la hoja de Padrón de habitantes de Sallent correspondiente a la

familia en 1835: la componen:

– Juan Claret, 61 años, fabricante, y su mujer Josefa de 60.

– Juan Claret, 31 años, fabricante, y su mujer María, de 24.

– Antonio Claret, 27 años, Beneficiado.

– María Claret, de 16 años, soltera.

– Manuel, de 13 años: hijo.

– Juan Claret, hijo, de 4 años.

– Domingo Claret, hijo, de 1 año.

Como vemos, ya habían visto la luz los primeros hijos: Juan en 1831

y Domingo en 1834. A Juan le conocemos también por la noticia conserva-

da por el P. Jacinto Blanch Ferrer:

“un joven sobrino Don Juan Claret se le presentó en Madrid para obte-

ner colocación. Pero sólo lo tuvo en casa y le procuró ocupación en

una imprenta para que no estuviese ocioso; después de algunos meses

volvióse pasmado de la bondad y santidad de su tío” .

Domingo es aquel sobrino aventurero que en enero de 1856 apareció

por la Habana enrolado en el ejército, al parecer voluntario; camino que

había elegido para tener gratis el viaje a Cuba, y una vez allí, esperaba que

su tío el arzobispo le libraría del servicio en filas y le proporcionaría una

buena colocación. El P. Paladio Currius 32 el 13 de mayo le escribe una dura

carta reprendiéndole porque molesta a su tío con exigencias precisamente en

los días siguientes al atentado de Holguín; ya le dio un gran disgusto con su

venida. Currius le recuerda que no es fácil conseguir su liberación del com-

promiso con el ejército; que el arzobispo ya lo gestionó con el Gobernador

General Concha cuando éste le visitó con motivo del atentado; que sería

necesario buscarle y pagar un sustituto… Más adelante en una segunda carta

de 16 de julio dirigida a D. Bonifacio de Villaescusa, canónigo de la Haba-

na y Rector del Seminario, le envía 600 duros para la compra del soldado

 

sustituto y para pagar a Domingo el pasaje para la Península a la que debe

dirigirse inmediatamente y sin rodeos 33. Domingo había escrito a Currius

desde San Antonio de los Baños anunciándole que tenía ya encontrado un

sustituto para quedar él libre.

Otros hijos fueron Valerio y Mauricio. A Valerio lo bautizó el vicario

de Sallent Mn. Antón Claret en Io de agosto de 1837 imponiéndole los nom-

bres de Valerio, Ignacio y José 34. Coincide este dato con otros dos documen-

tos: uno de 1870 nos dice que tiene 33 años; y la nota de defunción en el

Registro civil dice que en la fecha de la muerte, que es 7 de noviembre de

1891, tiene 55 años. Valerio fue maestro de instrucción elemental pública y

se casó dos veces, conservando así la estirpe familiar.

De Mauricio nos consta que nació el 13 de febrero de 1843 a las 3

horas de la madrugada en una casa de la Travesía del Clos, nro. 5. En el

Registro de nacimiento de Sallent se dice: “Son sus padres Juan Claret fabri-

cante y María Casajuana. Los abuelos paternos Juan Claret y Josefa Ciará, y

por parte materna Mauricio Casajoana y Magdalena Montaña” .

Valerio y Mauricio fueron seminaristas en Vic, y a ellos se refieren

algunas alusiones del Epistolario Claretiano. Mauricio aparece en el Boletín

Eclesiástico Diocesano, donde en una lista de profesores y alumnos que

contribuyen a la suscripción para ayuda económica al Papa figura en 2o

curso de latín: Mauricio Claret con 3 reales de vellón. Al parecer, el P. Xifré

ejercía alguna clase de vigilancia sobre los sobrinos seminaristas y de sus

informes al arzobispo confesor real, éste obtenía una visión muy pesimista

sobre las perspectivas de éxito en la vocación eclesiástica; casi aconsejaba

que desistiesen y buscasen otros caminos. Valerio derivó hacia el magiste-

rio; Mauricio fue el último en abandonar para dedicarse al comercio.

Los hijos de Juan Claret fueron un tanto aventureros. Desde luego

abandonan la fabricación: las circunstancias históricas han hecho variar

enormemente el modo de trabajar, despareciendo las pequeñas industrias

familiares para concentrar capitales y trabajadores en unos pocos y grandes

centros. Los Claret no han seguido la evolución: la hora de dar el salto al

nuevo orden fue cuando el padre, Juan Claret Xambó, se presentó en Barce-

lona acompañado de otros empresarios y propusieron al joven Antonio un

brillante porvenir como gerente de fábrica. Era el momento del despegue.

Pero Antonio renunció a ir por aquel camino: quería ser sacerdote o, lo que

era aún más contrario: ¡quería ser cartujo!… Realmente su padre vio

derrumbarse todas sus ilusiones de futuro. Debería limitarse a ir languide-

ciendo en una empresa doméstica condenada a desaparecer38.

 

SEGUNDAS NUPCIAS DE JUAN CLARET Y CLARA

 

No sabemos claramente en qué fecha María Casajoana, la mujer de

Juan Claret y Ciará, enfermó y murió. Es cierto, en cambio, que Juan enviu-

dó y pensó en pasar a un segundo matrimonio. Debió éste celebrarse alrede-

dor del 9 de marzo de 1856, fecha en la que se firman los Capítulos matri-

moniales entre el viudo Juan Claret y Ciará, y Antonia Sellarés soltera, de

49 años de edad, natural de Igualada. Antonia sobrevivió al marido a quien

cuidó en su última enfermedad. No tuvieron hijos. Murió el 5 de iulio de

1881 39.

 

PERSONALIDAD Y MUERTE

 

Juan fue siguiendo el oficio de tejedor en la fábrica doméstica hereda-

da, como nos lo dice al hacer su presentación en los Capítulos matrimonia-

les con Antonia Sellarés en 1856: “fabricante de algodón, natural y vecino

de Sallent”. Si bien nada conocemos de cómo le iba la fabricación, una vez

que él se encargó directamente al morir el padre, no se pecará de pesimismo

si se supone que fue decayendo de manera continuada, de modo que ya nin-

guno de sus hijos quiso dar continuidad a la empresa.

Juan tenía pretensiones de administrador y comerciante. En 1854 era

todavía colector de frutos de la mitra, puesto que el obispo Antonio Palau le

renovó el encargo40. Juan no debió ser muy afortunado en los negocios,

pues de las tres fincas heredadas del padre, tan sólo pudo legar una a sus

herederos, y fue la casa pairal del Carrer Gran. En su testamento confesaba

que había sido diversas veces auxiliado por las remesas de dinero que desde

Cuba le había hecho su hijo Mauricio. Tampoco fue, al parecer, demasiado

afortunado en la familia: los hijos se fueron en busca de aventura, los semi-

naristas fracasaron, y sólo uno de ellos llegó a casarse y se estableció en

firme con oficio y familia.

Juan sufrió un ataque de apoplejía el 21 de abril de 1870. Su hermano

el Arzobispo nos ha conservado este hecho junto con un rasgo de caridad

fraterna, mostrando la voluntad de ayudarlo económicamente en una época

en la que él se encontraba en la miseria, tras un año y medio de destierro, en

1870: “Día 15 de Mayo. He escrito al Rector de Sallent para que dé a mi

hermano Juan lo que necesite. Tuvo un ataque de apoplejía el 21 de abril” 41.

La enfermedad se alargó durante todo aquel año. El día 27 de diciembre de

1870, Valerio hacía una declaración notarial diciendo que quería trasladarse

a vivir en la casa de su padre para poderle cuidar mejor en su enfermedad;

pero no quería dar este paso sin antes formar inventario notarial de bienes.

Juan Claret murió en 2 de febrero de 1871. Dice el Acta de defunción,

redactada sin seguir el acostumbrado formulario impreso, toda ella escrita

directamente:

“En Sallent a 3 de febrero de 1871 se presenta al Juez D. Valerio Cla-

ret y Casajuana, natural y vecino de ésta, domiciliado en Calle Gran-

de, nro. 1, casado, de 33 años, maestro de instrucción primaria ele-

mental manifestando que a las 11 de la noche de ayer falleció en su

 

misma casa D. Juan Claret y Ciará, casado, de 69 años, de apoplejía

fulminante.

Estaba casado con Antonia Sellarés, mayor de edad, dedicada a las ocu-

paciones de su sexo, natural del pueblo de Mujalt y domiciliada en el

del declarante, no habiendo dejado hijos de este matrimonio; existiendo

en cambio del primer matrimonio con María Casajuana cuatro hijos lla-

mados Juan, Domingo, Valerio y Mauricio, uno de los cuales vivía en

compañía del finado. Era hijo legítimo de Juan Claret Xambó y de Jose-

fa Ciará, difuntos, naturales de esta Villa. Otorgó testamento ante D.

Estevan Sellares, notario de Sallent, sin poder consignar la fecha” .

Su segunda esposa, Antonia Sellarés y Solé nacida en Igualada, vivía

en mayo de 1873 como viuda domiciliada en Carrer Gran nro.