Andrés Solá

ANDRÉS SOLÁ

Mártir

 

Sumario

El P. Andrés Solá nació el día 7 de octubre de 1895 en la masía Vilarrasa de Taradell, cerca de Vic, en una familia humilde. Sus padres se llamaban Buenaventura Solá y Antonia Molist. Tuvo once hermanos. Su infancia se desarrolló en un ambiente familiar cristiano, donde la principal riqueza era el amor a Dios, a la Santísima Virgen y a la Iglesia Católica. En familia florecieron dos vocaciones más: Jaime, también claretiano, y Eudaldo, sacerdote diocesano de Vic.

Cursó el Postulantado en Vic pasando después al Noviciado de Cervera. Durante el año de Noviciado sufrió pruebas en su salud con las que el Señor le purificó. Su primera profesión fue el 15 de agosto de 1914.

La obediencia lo envió a México. Ejerció de profesor en el Postulantado claretiano de Toluca y repartía su tiempo con la predicación popular. Durante la navidad de 1924 fue enviado a la comunidad de León (México) donde pudo dedicarse con más holgura a la predicación a pesar del veto del gobierno mexicano a todo ejercicio pastoral, sobre todo al clero extranjero.

La persecución religiosa se recrudeció cerrando templos y persiguiendo a sacerdotes y religiosos. El P. Andrés Solá se mantuvo fiel a su vocación, continuando el ejercicio de su ministerio. Una fotografía de estudio, recuerdo de una Primera Comunión, delató al P. Solá como sacerdote. Fue acusado, junto con Leonardo Pérez, un laico colaborador, y el joven sacerdote mexicano Trinidad Rangel, de haber asaltado y descarrilado un tren. El P. Solá dijo con toda entereza: «Que me sea lícito manifestar que no tengo otro crimen, que yo conozca, que el de haber cumplido con mi deber como misionero que soy». El día 25 de abril de 1927 fueron fusilados los tres. Tanto Leonardo como el P. Rangel murieron de inmediato, pero el P. Solá, herido de muerte, tuvo una larga agonía martirial. Se les conoce como los “mártires de San Joaquín”, por el nombre del rancho en el que fueron fusilados.

Nuestro hermano claretiano, el P. Andrés Solá y Molist fue beatificado en Guadalajara (México), con 12 mártires mexicanos, el 20 de noviembre de 2005. Presidió la celebración el Cardenal José Saraiva Martins, claretiano.

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Vida y testimonio martirial

El P. Andrés Solá nació el día 7 de octubre de 1895 en la masía Vilarrasa de la población de Taradell a pocos kilómetros de la ciudad de Vic. Aunque la casa de campo donde nació pertenecía al municipio de Taradell, fue bautizado, sin embargo, en la parroquia del municipio de Santa Eugenia de Berga, población también muy cercana a Vic. Dos meses más tarde recibió el sacramento de la confirmación de manos del obispo José Morgades en la iglesia de Santo Domingo, de Vic que es la iglesia más claretiana de la ciudad.

Sus padres se llamaban Buenaventura Solá Comas y Antonia Molist Benet. Nuestro Beato creció en un ambiente familiar cristiano, normal en aquel entonces en muchos hogares de la Plana de Vic. Tuvo once hermanos. La principal riqueza de la familia era el amor a Dios, a la Santísima Virgen y a la Iglesia Católica. En la piedad familiar florecieron dos vocaciones más, la de su hermano Jaime, también claretiano, y la de Eudaldo, sacerdote diocesano de Vic. Por lo demás, era una familia económicamente pobre. No eran propietarios sino masovers, caseros que vivían en una casa de campo y la cuidaban. Por esto se trasladaron de una masía a otra cuando las circunstancias lo aconsejaban y favorecían. De hecho, a poco de haber nacido Andrés, la familia se trasladó de la masía Vilarrasa de Taradell a la de El Clarà de Sant Martí de Sentfores, población conocida en la Plana de Vic como La Guixa.

A los 12 años recibió la primera comunión. Por este tiempo tuvo ocasión de asistir a la predicación de un misionero claretiano de nuestra comunidad de la Casa Madre de Vic, y en su interior escuchó la llamada del Señor a ser misionero como el P. Claret. A su padre le costó aceptar la vocación religiosa de Andrés porque le proporcionaba una gran ayuda en los quehaceres de la granja y del campo, pero como buen cristiano aceptó la voluntad de Dios. Ya en el postulantado de Vic, su familia se trasladó a Alpens, a unos 20 kilómetros de Vic.

Vivió su seguimiento de Jesucristo con convicción y entrega. Cursó el postulantado en Vic para pasar al noviciado de Cervera. Durante el año de noviciado no escapó a dificultades en su salud con las que quedaba probada su vocación. Se preparó a conciencia para su profesión de Hijo del Inmaculado Corazón de María. Su primera profesión fue el 15 de agosto de 1914.

En sus estudios superiores trabajó con seriedad y ahínco para actuar sus posibilidades intelectuales mientras se entrenaba en valores humanos y crecía en finura espiritual. Su vida interior se iba fortaleciendo a medida que trabajaba para dar equilibrio a un temperamento algo propenso a la radicalidad. El Señor iba preparando a su héroe.

La obediencia lo envió a México. Ejerció de profesor en el postulantado claretiano de Toluca. Repartía su tiempo con la predicación popular. En la navidad de 1924 fue enviado a la comunidad de León (México) donde pudo dedicarse con más holgura a la predicación a pesar del veto del gobierno mexicano a todo ejercicio pastoral, sobre todo al clero extranjero.

La persecución religiosa se recrudeció cerrando templos y persiguiendo a sacerdotes y religiosos. El P. Andrés Solá se mantuvo fiel a su vocación de pastor de almas repartiendo el Pan de la Palabra y los Sacramentos. Tenía el celo de la salvación de las almas que había tenido pocos decenios antes el venerable Antonio María Claret. No dudó de exponerse al peligro con su compromiso pastoral. Atendía a los católicos en una casa particular con la celebración de la Eucaristía, la confesión, la adoración eucarística y, dada la carencia de servicio sacerdotal por las condiciones del ambiente antirreligioso, pidió licencia para bautizar, casar y administrar la Unción de enfermos.

El proceso del martirio comenzó cuando, después de celebrar la Eucaristía y la hora santa con la bendición del Santísimo, fueron descubiertos tanto el P. Andrés como el laico colaborador Leonardo Pérez. Una fotografía de estudio, recuerdo de una primera comunión, delató al P. Solá como sacerdote. Desde este momento todo se desarrolló con rapidez. Los acusaron a él, al señor Leonardo y al joven presbítero mexicano P. Trinidad Rangel de haber asaltado y descarrilado un tren. En el interrogatorio el P. Solá dijo con toda entereza: «Que me sea lícito manifestar que no tengo otro crimen, que yo conozca, que el de haber cumplido con mi deber como misionero que soy». Fueron trasladados en tren al lugar donde efectivamente había habido un atentado poco antes –el atentado y descarrilamiento que se les imputaba–, y allí los tres mártires, brazos en cruz, recibieron la descarga del piquete, no sin antes gritar con toda la fuerza y fervor: «¡Viva Cristo Rey!». Era el día 25 de abril de 1927.

El señor Leonardo y el P. Rangel parece que murieron de inmediato, pero nuestro mártir, herido de muerte, resistió tres horas más. Unos trabajadores de ferrocarril fueron testigos cercanos del martirio. Pasadas unas horas se acercaron a los fusilados. El P. Andrés Solá aún resistía a la muerte y al darse cuenta de la presencia de aquellas personas dijo: «Dos somos sacerdotes y morimos por Jesús, morimos por Dios, estoy mal herido, muero por Jesús. No se olvide de hacer llegar a mi madre, por el medio que pueda, que he muerto pero dígale que tiene un hijo mártir». El P. Solá pidió un poco de agua, como Jesús en la cruz. Sus últimas palabras fueron: «¡Jesús, misericordia! ¡Jesús, perdóname! ¡Jesús, muero por tu causa! ¡Dios mío, muero por ti!».

Nuestro hermano claretiano, el P. Andrés Solá y Molist fue beatificado en Guadalajara (México), con 12 mártires mexicanos el 20 de noviembre de 2005.

BIBLIOGRAFÍA

  1. ARRANZ, A. María. Biografía del P. Andrés Solá, Madrid
  2. CABRÉ, A. Cuatro voces para un martirio, Argentina 2005.
  3. GARCÍA HERNÁNDEZ, P. Misionero y Mártir. El Beato Andrés Solá, Barcelona 2000.
  4. GARCÍA HERNÁNDEZ, P. Los Martirs de Sant Joaquin, Barcelona
  5. GARCÍA HERNÁNDEZ, P. Crónica martirial, 271 Misioneros Claretianos Mártires 1936-1939, Madrid 2000.