MARZO

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1853. Escribe al obispo de La Habana consultándole sobre una serie de asuntos relacionados con la esclavitud.

1854. Publica una Carta Pastoral denunciando la mala fe con que las sociedades bíblicas han introducido en la Isla nuevos testamentos protestantes disimulándolo con las pastas de la biblia católica de Scio.

1870. Envía al P. José Xifré el decreto de aprobación de las Constituciones por la Santa Sede.

EL AUGE (1906-1922)

Otras ofertas misioneras a la Congregación

Durante estos años se realizaron muchas expediciones a América y a África. La Congregación era plenamente misionera. Se iba ampliando otro campo misionero, lo que hemos llamado las misiones ad gentes. Se le asignó por Propaganda Fide el ejercicio misionero de la Baja California (México) y se le ofrecieron los territorios de Río de Oro, en África. Si muchas eran las fundaciones, muchas más eran las ofertas que se recibían y a las que había que renunciar: la Prefectura de Arauca, el Vicariato Apostólico de Pará (Brasil), las Islas de la Providencia y de San Andrés… Todas estas expansiones se debían al gigantesco impulso dado por el P. Xifré, sobre todo con la fundación de los Seminarios en España, que siguieron funcionando a pleno rendimiento. Con la división de Provincias y la consiguiente distribución de los seminaristas en centros más reducidos de formación, disminuyeron en número, pero no consiguieron frenar el ritmo crecientemente acelerado de la expansión firme y emprendedora del Instituto por tantos países. Los dos siguientes sucesores del P. Xifré mantuvieron su mismo estilo.

Javier Ochoa, CMF

Misionero y jurista (1923-1989)

Santo Domingo de la Calzada (La Rioja, España). Se graduó in utroque jure en la Pontificia Universidad Lateranense de Roma el año 1954, con la calificación de summa cum laude. En 1955 consiguió el título de abogado rotal. Enseñó en la Pontificia Universidad Lateranense y en otros centros romanos como el Instituto Regina Mundi y la Universidad Urbaniana. Su reconocida competencia le hizo acreedor al nombramiento para altos cargos curiales en el Tribunal de la Signatura Apostólica y en la Pontificia Comisión para la Interpretación del Código, así como para el cargo de Decano de la Facultad de Derecho de la Universidad Lateranense, etc. Colaboró en múltiples revistas como Commentarium pro religiosis del que fue secretario, Apollinaris, Monitor Ecclesiasticus, etc. Entre sus publicaciones destacan sus Leges Ecclesiae post Codicem Iuris Canonici e Index verborum cum documentis Conciliae Vaticani Secundi. El Señor llamó a su Reino al ilustre canonista en Santa Pola, Alicante, este día de 1989.

El medio del catecismo de los niños

Segundo medio: el Catecismo de los Niños. La primera cosa que procuraba era la instrucción de los Niños en la doctrina cristiana, ya por la afición que siempre he tenido a esta clase de enseñanza, ya también porque conocía que es lo más principal, por ser el catecismo el fundamento de este edificio de la instrucción religiosa y moral. Y, además, que los niños lo aprenden fácilmente, se les queda más impreso, se les preserva del error, del vicio y de la ignorancia… (Aut 275).

Una de las cosas que más me ha impelido a enseñar a los Niños ha sido el ejemplo de Jesucristo y de los Santos. Jesucristo dice: Dejad que vengan a mí los niños y no se lo estorbéis, porque de los que se asemejan a ellos es el reino de los cielos (Mc. X, 14)… (Aut 276).

 

Por el amor que tenía a los Niños y por lo mismo que deseaba que se instruyeran en la doctrina cristiana, he escrito cuatro catecismos: uno para los párvulos, desde que hablan hasta los siete años, otro para los rústicos, otro de más extenso y otro explicado, con estampas (Aut 285).

PARA LA REFLEXIÓN PERSONAL

 

  • ¿Cuál es tu relación apostólica con los niños?
  • ¿Eres consciente de la importancia de poner buenos fundamentos cristianos en el corazón de los niños?
  • ¿Qué hacer para acercar más el Evangelio a los niños?
  • Relata tu experiencia de evangelización en el mundo infantil y familiar.

 

“Nuestra consagración se convierte para nosotros
en nuestra primera y primigenia forma de evangelizar”

(MCH 149).

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