MARZO

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1857. Mientras predica misión en San Francisco (Santiago) recibe la orden de pasar a Madrid.

1866. Es antevíspera del Domingo de Ramos y se traslada a El Escorial con los dos hermanos que viven con él para dar unos días de Ejercicios a los sacerdotes y seminaristas y luego presidir las funciones del Triduo Pascual.

1869. Concluye las conferencias cuaresmales que ha dado, durante seis jueves, en la parisina iglesia de san Nicolás.

EL AUGE (1906-1922)

La Vice-Provincia de México-América del Norte

En 1904, ya como Vice-Provincia, México fundaba en Monterrey. Fue el P. Ramon Prat, Superior Viceprovincial, el encargado de materializar la fundación. Se fundó también en Celaya (1905). Fue en esta época cuando el P. Félix A. Cepeda, de nuevo en México, fundaría la revista La Esperanza. Hasta el Capítulo Provincial de 1909 continuó de Viceprovincial el P. Ramón Prat, que fue sustituido entonces por el P. Cepeda. En este período se fundaron las casas de Querétaro (1908) y Tépic (1910).

Mención especial merecen las fundaciones que México fue llevando a cabo en California, ya que fueron tres de las grandes misiones fundadas en el siglo XVIII por Fray Junípero Serra (1713-1784): San Fernando (1907), San Gabriel (1908) y Los Ángeles (1910), donde se encontraba La Placita, un lugar venerado y querido entre los hispanos por su tipismo y su historia, en el corazón de la gran metrópoli, y que duró hasta 2015. Por entonces quedaron en simples ofertas otras fundaciones como las de Santa Fe, San Francisco o Houston.

Fundación de las Misioneras Cordimarianas

El 19 de marzo de 1921 la señorita Carmen Serrano y Rugama, mujer muy humilde y de gran amor a Dios y al Corazón de María, fundaba esta congregación en México. Había recibido la inspiración en 1913 a través del P. Julián Collell, hombre intrépido y tenaz, sacerdote ejemplar de la Congregación de Misioneros Hijos del Inmaculado Corazón de María. Ambos eran catequistas incansables y muy celosos de la gloria de Dios. La misión de la Congregación consiste en transmitir el mensaje evangélico, con grande y ardentísimo celo, a todos los necesitados de él, especialmente a los más humildes: campesinos, indígenas, presos, minusválidos, con preferencia a mujeres, jóvenes y niños, a través de la catequesis, la educación y los medios de comunicación social. La espiritualidad de la Congregación se enraíza en la de san Antonio María Claret, vivida y experimentada por los fundadores. Se caracteriza por una profunda intimidad con el Corazón de María, siguiendo a Cristo Misionero.

El estímulo de las santas

Si los ejemplos de los Santos me movían tanto como he dicho en el capítulo anterior, me movía más aún el ejemplo de las santas. ¡Oh qué impresión tan grande causaban en mi corazón! Yo me decía: si la mujer así siente, así desea y así hace para la salvación de las almas, ¿qué es lo que yo debo hacer, siendo como soy sacerdote, aunque indigno? Era tanto lo que me afectaba la lectura de sus vidas, que a veces copiaba trozos de sus palabras y hechos, de los que aquí quiero recordar algunos (Aut 234).

De la vida de Santa Catalina de Sena. “Tenía singular devoción y amor a aquellos santos que en esta vida se emplearon y trabajaron más en la conversión de las almas…” (Aut 235).

 

De la vida de Santa Teresa… “Estando un día en oración, me hallé en un punto toda sin saber cómo, que me parecía estar metida en el infierno…” (Aut. 246).

 

De aquí también gané la grandísima pena que me da las muchas almas que se condenan… y los ímpetus grandes de aprovechar almas, que me parece cierto a mí pasaría yo muchas muertes muy de buena gana… (Aut 251).

PARA LA REFLEXIÓN PERSONAL

 

  •  ¿Hay santas cuyas vidas te resultan inspiradoras?
  • ¿Hay figuras femeninas que con su vida te han ayudado a crecer más en la fe?

 

“Diré algunas cosas que son necesarias tener las que pretenden llevar camino de oración… La una es amor unas con otras; otra, desasimiento de todo lo criado;
la otra, verdadera humildad, que, aunque la digo a la postre,
es la principal y las abraza todas”

(Sta. Teresa de Ávila, Camino de perfección, 4. 3-4).

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