FEBRERO

18

 

1851. Toma de posesión de la diócesis. Entrada solemne en la catedral. Nombra vicario general al P. Juan N. Lobo.

1860. Recomienda al papa las Constituciones de las Adoratrices.

1867. Comienza a enviar a todos los obispos de España el catecismo que presentó al Papa en noviembre de 1865 y que quisiera implantar como catecismo único.

PRIMERA EXPANSIÓN (1870-1899)

Nuevas fundaciones hasta 1895

En estos años se realizaron las fundaciones de Almendralejo (1889), gracias al prestigio del P. Inocencio Heredero y de la Condesa de Oliva. De Don Benito (1893), gracias a D. José Antonio Carrasco y Martín, y donde pronto se comenzó a pensar en el ministerio de la enseñanza; de Ciudad Rodrigo (1894), a solicitud del obispo Mazarrasa; de Calatayud (1894), donde ya habían conocido a los grandes predicadores PP. Gavín y Heredero; de Medina de Rioseco (1894), mérito del obispo de Palencia D. Enrique Almaraz, antes Deán de la catedral de Madrid, donde había conocido a los misioneros. De Valladolid (1894), obra del Prelado Sr. Cascajares, incondicional amigo de los misioneros en Calahorra y Santo Domingo; de Écija (1895), nacida con ciertas dificultades económicas; de Ciudad Real (1895), cuya alma y sostén fue el P. Inocencio Heredero, que por aquellos años atendía simultáneamente a las nuevas fundaciones de Almendralejo, Don Benito, Ciudad Real y Zafra, de la que era Superior. Su muerte, un mes antes de estampar la firma del convenio, impidió la fundación en Manzanares.

Francisco de Sales Crespo Y BAUTISTA

Obispo de Mondoñedo (1812-1877)

Toledo (España). Fue profesor de Derecho Canónico y de Teología Moral en el Seminario de Toledo. En 1861 era preconizado Obispo Titular de Archis y Auxiliar de Toledo. El Arzobispo Claret fue asistente en su consagración episcopal en la iglesia de las Salesas de Madrid. Se ocupó sobre todo de confirmar y conferir órdenes sagradas, visitar parroquias e instruir al pueblo. Participó en el Concilio Vaticano I. Luego fue preconizado para el obispado de Mondoñedo, donde murió el 18 de febrero de 1877. Junto con Claret y D. Tomás Iglesias y Bárcones era uno de los tres obispos que residían en Madrid en aquella época. Pertenecía, durante la etapa del Concilio Vaticano I, a la Junta o comisión permanente de censura junto a D. Manuel Obeso, fiscal de la Rota. Ambos consideraron, refiriéndose al Catecismo de la Doctrina Cristiana del P. Claret, no haber encontrado nada contrario al dogma católico y sana moral y conceptuarle como recomendable por muchos conceptos.

Plan de vida

El plan de vida que seguía era el siguiente. Todos los años hacia los santos ejercicios espirituales por diez días, cuya práctica he seguido siempre desde que empecé en el Seminario. Cada ocho días me reconciliaba. Ayunaba los viernes y sábados, y tres días a la semana tomaba disciplina… y otros tres días… me ponía el cilicio (Aut 107).

Todos los días antes de salir del aposento tenía la oración mental… Además… rezábamos también el Rosario (Aut 108).

Predicaba todos los domingos y fiestas… (Aut 109).

Todos los días celebraba la Misa muy temprano, y luego me ponía en el confesonario y no me levantaba mientras había gente. Todos los días por la tarde daba una vuelta por las calles principales de la población, y singularmente por las calles en que había enfermos, a los que siempre visitaba cada día, desde el Viático hasta que morían, o se ponían sanos (Aut 110).

PARA LA REFLEXIÓN PERSONAL

 

  • ¿Cuentas con el “proyecto personal” que oriente tu vida y misión de cada día?
  • ¿Qué elementos de este proyecto necesitas reforzar para vivir con más fidelidad y fecundidad apostólica?

 

“La Iglesia ha de vivir su misión universal
como un proyecto: con la tensión que caracteriza al presente tiempo salvífico,
de cara a la venida del Señor.”

(MCH 110)